Digamos que pretendo si ustedes no disponen otra cosa recordar algunas partes fundamentales aprendidas del manual del niño gordo al que debo decir he sido fiel seguidor durante toda mi vida y cuyo seguimiento se dificulta con la sabiduría médica moderna.La Suprema Corte de Justicia de la nación, que actualmente es la fiel interprete de cómo debemos vivir, cuando menos hasta que alguna alta autoridad decida adoptar el plan b que consiste en mandarlos a lucas, pero ahora misma le gustó el concepto de desarrollo de la personalidad, que hasta donde puede un mortal común significa que usted puede gozar a tope sus gustos personables, usar las hasta ahora prohibidas drogas, tatuarse, bailar apretado, vestirse a su gusto, en fin lo que a usted se le ocurra para que su humanidad no se traumatice lo que no está mal mientras el cuerpo aguante.Pero todos o casi todos o algunos cuando menos creemos saber que no hay derechos absolutos porque de haberlos el estado se perdería el inefable placer de fregarnos y eso no lo van a hacer nunca ya que es una de las razones que tienen para existir -digo- además del presupuesto que es al parecer una fuente inagotable de placer.Por ello nuestro pozo de sabiduría que es el tribunal supremo y otros títulos con que ellos mismos se auto califican ha determinado con resoluciones que asombran al mundo que respecto de las llamadas drogas usted es libérrimo para ponerse chachalaco, de quemarle a su gusto las patas al chamuco o inhalarlas o comerlas a su gusto, sin más límite que estar vivos porque los muertos no se pueden hornear.Pero esa libertad casi universal tiene límites en cuanto que puede meterse la hierba o sustancia que usted quiera y le quepa, pero condena por otra parte en forma definitiva el producto más nefasto, según ellos, para la humanidad son: las fritangas (léase papitas, duros, churritos, rines y demás maravillosos productos amados por el infelizaje), pero para ellos son el producto que la humanidad no puede ni debe probar por ningún motivo, y que según el manual del niño gordo son perfectamente admisibles y quienes vivimos fuera de ese paraíso presupuestario en el que ellos laboran gozamos sin descanso (y yo creo que ellos en lo privado las gozan) y las prohíben nada más por joder.Después empiezan con un ánimo contrario a sus espíritus libertarios y deciden entrarle a los productos grasosos -vamos, hasta los frijoles refritos con manteca pretenden limitarnos-.Y con ello pretenden acabar con los gordos en un gordo genocidio inhumano, que además pretenden que los medios callen, y con la absurda pretensión de que nadie tenga un sobrepeso de más del 20% para lo que sugieren no se hagan pantalones con más de 36 pulgadas de cintura, lo que personalmente no me afecta ya que yo uso pantalones de 36 pulgadas de cintura, aunque confieso que los de 44 pulgadas me quedan soñados.@enrigue_zuloaga