Hace tiempo que los especialistas han dejado de hablar de cambio climático para hablar de una crisis climática. Por si alguien lo duda, hay que repasar fenómenos que tuvimos en Jalisco el año pasado para admitir que la actual fase del sistema capitalista está llevando el planeta a una catástrofe ambiental.Tres académicos de la Universidad de Guadalajara (UdeG) presentaron el lunes un reporte en el que sintetizan cómo el cambio climático “golpeó” a Jalisco en 2019. El reporte fue elaborado por Guadalupe Garibay Chávez y Arturo Curiel Ballesteros, del CUCBA, y por Jorge Regalado Santillán, del CUCSH.Entre los fenómenos que marcan esta crisis climática enlistaron la avalancha de lodo que sepultó San Gabriel el 2 de junio; la atípica granizada del 30 de junio que dejó montañas de hielo de hasta dos metros; la erosión de tierras que provocó inundaciones en Tlajomulco en julio y septiembre; el aumento del calor en el área metropolitana con temperaturas de hasta 36 grados centígrados; la crisis sanitaria por el dengue; el alto número de picaduras de alacrán (46 mil 554 en total); la incidencia de diabetes mellitus tipo I; las enfermedades renales en El Salto y Poncitlán; y la gravedad de la contaminación en el Río Santiago y el corredor El Salto-Juanacatlán por las actividades industriales que lo colocan como uno de los seis “infiernos ambientales” en el país, según palabras del secretario de Medio Ambiente, Víctor T. Toledo.Como se puede apreciar, el recuento es incompleto, pues bien se pueden sumar otras contingencias y problemas ambientales derivados no de fenómenos de la naturaleza, sino provocados por el hombre. Como bien señalaron los investigadores de la UdeG, más que hablar de desastres hay que hablar de la construcción social del desastre. En el caso de San Gabriel, el desastre no es que haya llovido con intensidad. El desastre se construyó socialmente por la deforestación, río arriba, derivada de la expansión de las huertas aguacateras.En cada uno de los “golpes” climáticos que afectaron a Jalisco el año pasado hay una huella, una construcción social del desastre que casi con seguridad nos lleva a una actividad productiva o económica y, detrás de ésta, a sujetos interesados en preservar estas actividades, es decir, ciertas dinámicas de acumulación de capital.Si queremos evitar esta crisis climática, tenemos qué alterar radicalmente nuestro actual sistema productivo y social.Pero esto no será posible apostando por el mismo modelo que ha creado esta crisis y, sin embargo, eso es lo que están haciendo el Gobierno federal, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, y el Gobierno estatal, con Enrique Alfaro Ramírez a la cabeza.Justo en el momento ambiental más crítico, en Jalisco se pretende sembrarlo de megaproyectos, especialmente energéticos. Ejemplos denunciados por los pueblos afectados: un gasoducto y un parque fotovoltaico en Lagos de Moreno; una termoeléctrica en Puente Grande, Tonalá a punto de operar; una terminal de gasolina y combustible en Poncitlán; una termoeléctrica en Juanacatlán (la única cancelada); dos termoeléctricas y una hidroeléctrica en los pueblos de la Barranca, en Zapopan. El listado no es exhaustivo, pero revela la magnitud de los proyectos en marcha en Jalisco.Queda claro que si se apuesta por estos megaproyectos, se está apostando por el mismo modelo que está creando esta crisis climática que acarrea graves consecuencias para toda la sociedad.