Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Cortisol y oxitocina (II)

Por: Cesáreo Escobedo

Cortisol y oxitocina (II)

Cortisol y oxitocina (II)

Hace algunos meses, Carolina Bours me presentó el tema de la oxitocina y el cortisol. Con el paso del tiempo y observando en el día a día el tema, he comprobado la relevancia que tiene para el ser humano.

El tacto humano definitivamente es de nuestras formas de comunicación más influyentes. Hay pocas cosas en esta vida que tienen el alcance de reconfortarnos como un abrazo. ¿Por qué nos sentimos reconfortados cuando recibimos un abrazo cálido de alguien querido? ¿Qué es lo que pasa en nuestros cuerpos que genera esta sensación de paz y seguridad? El propósito del presente artículo es recalcar los beneficios que tienen los abrazos desde un punto de vista funcional y establecer el por qué no debemos olvidarnos de darlos y recibirlos con frecuencia. Por más sencillo que se escuche el tema, las implicaciones que tienen los abrazos para nuestra salud son impresionantes, por eso resulta no solo interesante sino relevante estudiarlo. Veamos.

Como mencionamos en el primer artículo que hicimos del tema, una forma de incrementar la oxitocina en nuestros cuerpos es por medio de los abrazos. La oxitocina es una hormona con el alcance de moldear nuestras emociones y estado de ánimo, debido a que baja el cortisol, misma que se activa en momentos de caos y miedo. Está comprobado según los escritos de Marian Rojas Estapé que los abrazos modifican distintas zonas del cerebro, influyendo en nuestro estado de ánimo.

Está comprobado de la misma forma que al abrazar a una persona se estimula la oxigenación de su cuerpo, preservando las células de nuestro cuerpo y previniendo el envejecimiento prematuro. Asimismo, los abrazos regulan la presión arterial de las personas, por lo cual resultan vitales para aquellos que tenemos hipertensión.

Se considera que un buen abrazo tiene que durar por lo menos ocho segundos para producir los efectos señalados anteriormente. Los abrazos que socialmente nos damos suelen durar tres segundos o menos, por lo cual no cumplen con el propósito. Según el neuro-economista Paul Zak, todas las personas necesitamos por lo menos ocho abrazos al día.

Si bien todas las personas necesitamos del contacto físico, este resulta vital en puntos clave de nuestro desarrollo, tales como al nacimiento y durante nuestra infancia. Esto, debido a que sin una suma suficiente de oxitocina generarán ansiedad y miedo desde una temprana edad, lo que se traduce en cicatrices permanentes. Asimismo, un alto porcentaje de personas de la tercera edad se encuentran solos, por lo cual sus niveles de oxitocina tienden a ser bajos.

Se puede concluir sin duda alguna que los abrazos son una fuente de longevidad y bienestar, por lo cual debemos procurarlos no como un lujo sino como una necesidad.

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