El 29 de marzo de 2020, el Presidente Andrés Manuel López Obrador viajó a las inmediaciones de Badiraguato, Sinaloa, para inspeccionar -acto ya de por sí extraño, tratándose de una carretera secundaria- las obras de construcción de una vía terrestre, la Badiraguato-Guadalupe, en Sinaloa. El evento no era en absoluto significativo en la agenda presidencial. Llamaba la atención, eso sí, que estuviera tan cerca de Badiraguato, lugar conocido como cuna del narcotráfico. Pero lo que convirtió esa ¿inocente? visita en un hito del sexenio obradorista fue el saludo personal, de mano, a la señora Consuelo Loera Pérez, madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán.El video de ese saludo, mientras la nonagenaria señora estaba dentro de su vehículo, se convirtió en noticia internacional.Un dato adicional que quizá se olvida, es que para entonces la pandemia del COVID-19 ya se había declarado en el país. El saludo personal y sin cubrebocas se convirtió después en una más de las críticas al Presidente que se atrevía incluso a desafiar las recomendaciones más elementales del sector médico mundial. Claro, aquí teníamos a Hugo López-Gatell, otra excepción.La señora Loera murió este 10 de diciembre de 2023.Jamás se le relacionó con ninguna actividad ilícita ni fue formalmente acusada, hasta donde es conocido. Le solicitó al Presidente de la República, como lo han hecho muchas madres mexicanas, que interviniera y ayudara para que ella pudiera ver personalmente a su hijo, juzgado y condenado en los Estados Unidos. El Presidente dijo públicamente que atendería su petición y ocurrió una de dos cosas: no pudo ayudarla o no lo hizo, aunque anunció que lo haría.El tema no es la señora Loera.El tema es el saludo del Presidente, justo cuando se conoce del fallecimiento de la madre de “El Chapo” Guzmán.Muchas veces he escuchado que en México, “el pueblo no tiene memoria” y como consecuencia, se repiten actos similares que no serían factibles si la ciudadanía reclamara.Por eso, es importante recordar que en este sexenio, el de la autollamada “cuarta transformación” y que tiene menos de un año por delante, también ocurrió, antes del saludo, el “culiacanazo”.El 17 de octubre de 2019, menos de cinco meses antes del famoso encuentro entre la señora Loera y el Presidente López Obrador, en Culiacán, Sinaloa, fue detenido Ovidio Guzmán Cervantes, hijo de “El Chapo” Guzmán, liberado poco tiempo después por orden directa del Presidente López Obrador, como lo reconocido tiempo después en una de sus ruedas de prensa mañaneras.Ese reconocimiento fue un golpe tremendo para las Fuerzas Armadas y junto con la escena del saludo, uno de los actos simbólicos que más profundamente han marcado al sexenio “transformador”.Sin afán de navegar en la polémica porque las cifras son controversiales, la desaparición física de la señora Loera es un recordatorio más de lo que la política pública del Gobierno obradorista significa y además, quiere prolongar: 173 mil muertos hasta el término de su quinto año de Gobierno, con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.En los cinco años que lleva al frente de la Presidencia, la cifra de homicidios dolosos es superior a todo el sexenio de Enrique Peña Nieto (156 mil muertos) y claro, al de su aborrecido Felipe Calderón Hinojosa (120 mil).Y no se contabilizan desaparecidos.El Presidente volverá a decir, lo sabemos, que es la herencia que le dejaron. Y lo dirán también quienes encabezan la campaña presidencial 2024.El 29 de marzo de 2020 fue el día del saludo personal.