México y Estados Unidos están unidos en estos días por celebraciones sui generis. Aquí, el quinto aniversario del triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional que nos llevaría (?) a la Cuarta Transformación, y allá, el 247 aniversario de la Independencia. En nuestro país, además de la ‘histórica’ fecha, la conmemoración viene de la mano del récord -aquí sí histórico- de casi 160 mil muertes violentas en lo que va de la administración, mientras que nuestros vecinos, también estableciendo una marca trascendental, ya que en apenas en 186 días de este año ya tienen registrados 343 tiroteos masivos -incluido el de ayer en la madrugada en Washington, D.C.- que han dejado 78 muertos y 374 heridos -según Gun Violence Archive-. En México, no hay reacción a la violenta realidad. El protocolo de ‘abrazos, no balazos’ es el estandarte oficialista de ‘combate’ a la encarnizada lucha que se vive en el tejido de la sociedad y en todo el territorio. De ahí los reclamos de la iglesia católica -el último en voz del Obispo Cristobal Ascencio Garcia de Apatzingán, Michoacán- que exige en lugar de celebración, un día de duelo por las víctimas y “pedir perdón” por la inacción. Mientras que en Estados Unidos, la orden ejecutiva firmada el pasado 12 de marzo por el presidente Joe Biden, para endurecer el acceso a las armas de fuego para reducir la violencia armada, es solamente un ‘mejoralito’ para el ‘cáncer’ que representa la venta y proliferación de armas de alto calibre.Ante la gravedad de los tiroteos masivos en Estados Unidos, el martes pasado desde la Casa Blanca se emitió un tibio mensaje firmado por el presidente Biden, donde habla de que es necesario actuar de forma más profunda para “afrontar la epidemia de la violencia con armas que está rompiendo nuestras comunidades”. Pero más fría, desalentadora y ridícula es la reacción de López Obrador, quien el pasado 1 de junio, en una gira por Tamaulipas, aceptó que su gobierno es el que tiene más homicidios, explicando que “esta es una mala herencia” de los gobiernos que lo antecedieron.Lo peor del caso es que el Congreso estadounidense no actúa ante la industria de los fabricantes de armas, por el importante apoyo económico que invierte en las campañas políticas de muchos legisladores y la influencia que ejerce es prácticamente imposible de eliminar, mientras que en México López Obrador se ampara en una estúpida excusa y solamente dice “celebrar” la propuesta de Biden, preguntando “porque, ¿de dónde vienen las armas que utilizan los narcotraficantes en México?. Pues de Estados Unidos, y allá las compran sin ningún control”, comentó el 13 de marzo desde su púlpito mañanero.Así que, sin acciones radicales con nuestros vecinos del norte para controlar la venta de armas y aquí con actitudes inconscientes y complacientes con la delincuencia, ‘estamos fritos’. ¿Usted, qué opina?.daniel.rodriguez@dbhub.net