Como la humedad crece la preocupación en las comunidades gubernamentales, empresariales y financieras internacionales por la reforma al Poder Judicial en México. La representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, declaró en Washington que “hay muchos desafíos muy, muy importantes entre nosotros y queremos poder mirarnos a los ojos y entender dónde exactamente está la administración de Sheinbaum y comprender cómo se verán los parámetros de nuestro trabajo conjunto”; en informe entregado a la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Conferencia de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), establece que la reforma “contiene elementos suficientes para concluir que México está sufriendo una seria deriva autoritaria que pone en riesgo las instituciones de la democracia y del Estado de Derecho, así como respeto a los derechos humanos”; un reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI) señala esta semana que los cambios constitucionales realizados crean “importantes incertidumbres sobre la eficacia del cumplimiento de los contratos y la previsibilidad del Estado de Derecho” -además de pronosticar que el renacimiento de nuestro país se ralentizará hasta en un 1.5 por ciento este año, argumentando limitaciones de capacidad económica-; en el puente internacional que conecta Ciudad Juárez, Chihuahua, con El Paso, Texas, trabajadores del Poder Judicial de la Federación, bloquean su ingreso como protesta a la reforma aprobada y en la reunión de ayer, con dirigentes empresariales en Palacio Nacional con la presidenta Sheinbaum, se tornó conflictiva cuando los empleados judiciales que protestaba intentaban ingresar al inmueble y señalan que “no queremos ser la nueva Venezuela, por eso gritamos hasta que les duela”.Un gran sector de la sociedad está convulsionado por la reforma, mientras que en el Poder Legislativo juega “a las pelotitas” y deja al azar el futuro de la estructura básica laboral del Poder Judicial.Y aunque las voces de advertencia surgen de todos los rincones, instituciones, organismos y países, aquí se dice “todo va a estar bien, vamos a estar mejor”. Ayer Claudia Sheinbaum al enviar un mensaje a los inversionistas nacionales y extranjeros, le dijo que “nada tienen que temer… que sepan que la reforma judicial fortalece al Estado de Derecho en México, que sus inversiones están seguras en nuestro país. Ninguna empresa de Estados Unidos u otro país tienen por qué temer a la reforma judicial, al contrario”. Sin embargo, “al contrario” son otros puntos de vista, como lo señaló en un editorial el diario Washington Post, donde reiteró que “lo que está en juego son la independencia judicial y el Estado de Derecho en un país que ha conocido demasiado poco de ambas cosas a lo largo de su historia”. Y agrega tajantemente, que el riesgo más grave de este proceso es que “también podría frenar la integración económica de Norteamérica”. Y precisamente sobre la integración comercial de esta parte del planeta, ayer el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, dijo que “es una de las regiones más prósperas del mundo. Y tenemos mecanismos de diálogo y coordinación que integran nuestra agenda y nos permiten avanzar”. Diálogo que aparentemente no hay y coordinación que no existe, cuando las preocupaciones crecen como la humedad y las advertencias surgen de todos los rincones.¿Usted, qué opina?