El primer avión en aterrizar en el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles fue la discordia. Aterrizó temprano y en puente -como le gusta al Presidente para evitar el tráfico- incluso antes de itinerario: una incendiaria carta de Julio Scherer, publicada en la revista Proceso, este fin de semana develó el conflicto y la lucha fratricida al interior del equipo de López Obrador. Ya lo intuíamos, estaba en el radar de la torre de control, pero al fin apareció en el horizonte y su aterrizaje podría ser catastrófico.Mayday. MaydayQue Scherer acuse a la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, de tener celos por la manera en que el Presidente le transfirió poderes de facto al ex consejero jurídico y que eso hubiese desatado una punga interna por el poder, ya lo sabíamos. Incluso Scherer creyó que era más poderoso que la secretaria, que él era un vicepresidente de facto, que los demás eran adorno, floreros, secretarios de relaciones públicas. La novedad en la carta llamada “Es hora de hablar” es que Sánchez Cordero abogó por el polémico abogado del poder, Juan Collado, y fue ella el vínculo para la búsqueda de un acuerdo de esos que tanto le gustan al Presidente: dinero e información para golpear al enemigo a cambio de tu libertad. De Gertz Manero solo confirma lo que ya sospechábamos: un iracundo personaje centrado en sus venganzas personales. Lo que está en la carta sería suficiente para destituirlo, pero lo hemos dicho, eso no pasará, por lo menos no en el corto plazo.El avión cargado de rencores es una bomba al centro del equipo del Presidente que ensombrece la inauguración del aeropuerto Felipe Ángeles. La obra es más emblemática y simbólica de lo que parece, tiene todo el estilo personal de gobernar de López Obrador: la improvisación como sistema de planeación, obras con más sentido político que económico y construidas y operadas por las Fuerzas Armadas. Lo que hoy, en el mero día de Benito Juárez, comienza es, pues, la prueba del ácido para el gobierno de la Cuarta Transformación y la carta ensombrece el panorama.Si el aeropuerto funciona de medianamente bien para arriba, si la calidad de la obra es aceptable y no surgen, como parecen ya asomar, asuntos mayores de corrupción, el aeropuerto volará de aquí al fin de sexenio sin mayor problema. Si los conflictos internos develan la ineficiencia, la improvisación y la corrupción en la planeación y construcción del aeropuerto y el resto de las obras emblemáticas, será un fin de sexenio lleno de incendios. Ahora sí que en homenaje al loco Valdés, hoy 21 de marzo invoquemos mejor a Bomberito Juárez.