Si la incógnita era saber si la detención del capo Rafael Caro Quintero el viernes pasado en la sierra de Sinaloa, y una eventual rápida extradición a Estados Unidos contribuía a limar las asperezas entre la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) y el gobierno mexicano, la duda quedó despejada ayer y por lo dicho por el Presidente Andrés Manuel López Obrador desde su púlpito de la rueda de prensa mañanera: eso no pasó.Repasábamos ayer la serie de desencuentros que el gobierno de la 4T ha tenido con la DEA y que ha provocado que mantengan prácticamente rota la comunicación y la colaboración, entre los que destacaban la liberación y exoneración fast track que hizo la Fiscalía mexicana del ex secretario de la Defensa en el gobierno de Peña Nieto, Salvador Cienfuegos, luego de que fue detenido en Estados Unidos acusado de estar coludido con el narcotráfico, pero más aún porque el Presidente descalificó esa investigación; las restricciones que les pusieron a sus agentes en México y la suspensión del Plan Mérida de cooperación para el combate al narcotráfico; y las críticas a la estrategia de “los abrazos y no balazos” y episodios como haber soltado a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, tras un operativo militar fallido en Culiacán en octubre de 2020.A esta lista de desconfianzas mutuas habrá que sumar la desmentida que hizo ayer el Presidente de las versiones de la propia DEA en voz de su directora Anne Milgram, en el sentido de que habían colaborado para la detención de Caro Quintero, por el gran interés que tenían de no dejar impune el asesinato de su agente Enrique “Kiki” Camarena Salazar y su piloto Alfredo Avelar en 1985.López Obrador negó también que la detención de Caro haya tenido que ver con la visita de la semana pasada con su homólogo Joe Biden, con el que, aseguró, no hablo de Caro Quintero, cuya detención se dio dos días después de su encuentro en Washington.Lo que seguramente no cayó nada bien en la DEA y en la Casa Blanca es que la justicia mexicana haya detenido la extradición inmediata de Caro Quintero, al conceder a sus abogados un amparo para evitar que sea entregado a las autoridades de Estados Unidos. Sobre este punto, el Presidente mexicano estuvo lejos de prometer ayudar a acelerar este proceso en México, y se limitó a decir que no sabía cuánto tiempo podría tomar su eventual traslado a suelo estadounidense, ya que tanto la Fiscalía como la Secretaría de Marina están respondiendo a los jueces por los amparos presentados. La relación DEA-EU con el gobierno de la autollamada cuarta transformación está lejos de volver a la cordialidad y el Caso Caro Quintero, más que motivo de encuentro podría provocar más diferencias.jbarrera4r@gmail.com