“Perdón, presidente, me equivoqué con Yunes. Es un corrupto, por favor remuévalo”, le soltó Elba Esther Gordillo a Felipe Calderón. Como parte del acuerdo político por el apoyo del sindicato de maestros al PAN, al llegar Calderón a la Presidencia, a la dirigente del SNTE le dieron la jugosa dirección general del ISSSTE y ella puso ahí a quien en ese momento era uno de sus leales: Miguel Ángel Yunes Linares. Desde la oposición, López Obrador denunció que le dieron el ISSSTE a La Maestra como agradecimiento a que hizo el fraude electoral para Calderón. En el ISSSTE la tarea era titánica y potencialmente explosiva: una reforma al sistema de pensiones. La hicieron. Con la operación política de “La Maestra” y Yunes, el gobierno pudo desactivar esa bomba de tiempo financiera. Pero el costo fue el rompimiento de Yunes y Gordillo. Por eso Elba Esther llegó con esa petición al entonces presidente Felipe Calderón: que sacara a Yunes del ISSSTE. Lo acusó de haberse robado millones, de ofrecerle un departamento en Nueva York para calmar las aguas. Pero Calderón no accedió: Yunes había acusado a La Maestra de lo mismo y se había vuelto una pieza clave dentro del PAN, su partido, que les permitiría recuperar un estado en poder de sus rivales del PRI. El vaso se derramó el primer día de clases. En el acto protocolario de inicio de cursos en una escuela pública se sentaron juntos la dirigente sindical y el presidente. Elba Esther Gordillo le dijo a Calderón que si no daba su brazo a torcer en el ISSSTE, ella haría un paro de maestros y tomaría el Instituto. “La espero ahí con el Ejército”, le dobló la apuesta el presidente. Gordillo se fue del acto. El secretario de Educación, Alonso Lujambio (QEPD) trató de mediar de botepronto. También el subsecretario Fernando González, yerno de Gordillo. Al final, se calmaron las aguas: ni toma del ISSSTE, ni Ejército enfrentando a maestros, ni se fue Yunes, ni rompieron para siempre Calderón y Gordillo. El relato viene de distintas fuentes de primera mano. En esas épocas, AMLO tachaba a Yunes de corrupto, defraudador electoral, criminal. Década y media después, Yunes traicionó al PAN y se alió con López Obrador. Para sellar el pacto, el actual presidente de México se confesó en la mañanera de ayer: “la política es buscar el equilibrio entre la eficacia y los principios”. SACIAMORBOSLa culpa es de quien saca su celular en el transporte público, no de quien se lo roba. La culpa es de quien camina solo en la noche, no de quien le mete dos navajazos para quitarle la cartera. La culpa es de la mujer que deja su bolso en el asiento del copiloto, no de quien le da cristalazo a su coche. Hoy, los periodistas funcionales al régimen dicen que la culpa de que Yunes haya traicionado es de la oposición por haber postulado a un impresentable con tanta cola. No. Eso puede quedar en el sexto párrafo de los reclamos. La culpa primerísima es de un régimen que, para conseguir los votos que le faltaban, se comportó como cártel del crimen organizado: extorsionó, usó órdenes de aprehensión como moneda de cambio, echó mano de expedientes y fiscalías para amenazar, ofreció dinero, intimidó… y todo en nombre de acabar con la corrupción en el sistema de justicia.