Lo perfecto es enemigo de lo bueno, dice el dicho. Y sí, felicitémonos y felicitemos al Gobierno del Estado de Jalisco y en particular a la Secretaría de Medio Ambiente: cinco años, largos rollos y mucho gasto después, regresamos al mismo programa de verificación vehicular que ya teníamos, pero, eso sí, con multas más caras. Tras cinco años de tratar de imponer el sistema perfecto, ese sistema de verificentros que, a diferencia de todos los conocidos, según nos presumían, no tendría hueco alguno para la corrupción, la calidad del aire que respiramos los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara no hizo sino empeorar.El año pasado hubo mala calidad de aire 146 de los 351 días. Enero ha sido el mes de más incidentes ambientales por mala calidad del aire: de los primeros 20 días del año en 18 hubo contingencia o pre contingencia, pero en todos respiramos un aire de mala calidad. Los días que no hay mala calidad es o porque son días festivos o porque el viento se apiadó de nosotros y dispersó los contaminantes, no porque tengamos una política pública eficiente.Guadalajara está metida en un terrible círculo vicioso que va directo al fracaso ambiental. Cada año hay 110 mil autos más circulando en la ciudad, es decir 300 más por día, uno cada 12 minutos. Pero no solo eso: cada año hay más gente que deja el transporte público por ineficiente. La promesa del Gobierno fue justamente lo contrario: en la toma de posesión se hablo de una gran apuesta por el transporte público y por el medio ambiente. Paradójicamente, las dos políticas públicas en las que el Gobierno de Aristóteles no pudo avanzar fue justamente en la reordenación del transporte, pues las famosas rutas empresa siguen siendo una promesa que se patea de un año al otro, y las políticas de control de emisiones contaminantes. Eso sí, el gobernador firmó cuanto compromiso verde se le puso enfrente y luego nos los presumió en profusas campañas de publicidad.En política las intenciones no cuentan; solo los resultados. Tampoco sirve de mucho tener mejores leyes en la materia. Nadie se va a acordar de los discursos ni de las buenas intenciones, ni de lo bello y perfecto que era el sistema de verificación que nunca se pudo implementar. Ni de lo bueno que serían las rutas empresa que nos prometieron. Lo único memorable será las horas de tráfico, el ardor de ojos y las infecciones respiratorias.