Cuando Al Gore alzó la voz sobre el calentamiento global, muchos le calificaron como alarmista y otros incluso negaron los hechos presentados. Luego de algunos años la realidad se ha impuesto.La Tierra se calienta a un ritmo peligrosamente acelerado con cambios evidentes para todos. Afortunadamente la ciencia ha vuelto a ser fuente esencial de las decisiones globales más allá del voluntarismo. En ese contexto Estados Unidos ha cambiado dramáticamente su posición pasando súbitamente a la ofensiva tomando el liderazgo luego del episodio negacionista de la administración Trump.Se decidieron a impulsar cambios en la producción de energía, la movilidad y la producción industrial que llegarán al mundo entero. Los europeos tradicionalmente a la vanguardia en estos temas se han sumado con decisión y China observa con atención retadora. Pero el hecho es que hay una transformación en marcha con enormes consecuencias económicas. El uso intensivo de la tecnología será condición de la aceleración económica en marcha ahora mismo cuando parece que la pandemia entra a una etapa más controlable. La enorme cantidad de recursos comprometidos para reactivar la economía de nuestros vecinos provocará un crecimiento impactante, lo que favorecerá indirectamente a la nuestra y ahí hay un espacio de oportunidad que debe aprovecharse.Al mismo tiempo, los estímulos a la producción de energía limpia llevarán a una declinación de la industria petrolera como generador de combustibles en el mundo. Los autos eléctricos y la movilidad autónoma cambiarán la forma en cómo nos movemos y requerirá de la construcción de una enorme cantidad de infraestructura capaz de usar las nuevas tecnologías que optimizarán el uso del tiempo y la energía.Por otra parte, el uso intenso de los datos e inteligencia artificial impactará aún más la forma en cómo se adquieren los bienes y servicios, potenciando el uso de la informática para las ventas y las redes para hacer negocios. La brecha digital se ha profundizado en el mundo y especialmente en naciones como la nuestra, estableciendo desafíos inusitados para la educación como para la producción. Si lo vemos con cierto dramatismo se viven: una crisis sanitaria, una crisis económica, una crisis en la educación con una revolución global en materia tecnológica enfocada a temas ecológicos.Estados Unidos decidió enfrentar el tema al impulsar un cambio económico que les permita consolidar su hegemonía por la vía tecnológica. Los chinos saben bien que buena parte de su industria depende de la demanda de Occidente y se apresta también a transformar su producción con estos criterios, y pretenden hacerlo sin depender de los norteamericanos. Las naciones y las empresas que se coloquen a la cabeza de esta revolución tendrán ventajas estratégicas para adaptarse al cambio profundo que significará transformar muchos de los procesos que asumimos como tradicionales.Para México esta transformación es una oportunidad para detonar el desarrollo en educación específicamente dirigida a estos temas, alinear la estructura industrial con la enorme demanda gestada en Estados Unidos y vincular su producción a las nuevas tendencias. El solo ejemplo de la industria automotriz muestra la profundidad de la transformación, que requiere de producción de baterías, cargadores, refacciones y talleres especializados en la tracción derivada de motores eléctricos.La necesidad de producir elementos electrónicos capaces de guiar los autos autónomos y reconstruir las carreteras y las calles para dotarlas de sensores y otros elementos. Para no hablar de la transformación de las estaciones de servicio como el rediseño de los vehículos para hacerlos más eficientes. El calentamiento también impacta desde ahora la producción agropecuaria que abrirá oportunidades para abastecer la enorme demanda de alimentos de calidad que la población demanda a nivel global.La coordinación de esfuerzos para reducir las emisiones implica también compromisos para la transformación industrial que se está potenciando. Estados Unidos está decidido ahora a impulsar a sus actores económicos para desplegar un cambio profundo en todo el mundo. Frente a este hecho geopolítico México tiene la oportunidad de vincularse estratégicamente a la revolución que enfrentará el calentamiento global.luisernestosalomon@gmail.com