El día 2 de noviembre, marcamos en el calendario una celebración dedicada en particular a nuestros muertos y, por extensión, a la muerte. Desde siempre, el miedo al más allá y a la incertidumbre que nos invade al imaginar una dimensión superior a la realidad tangible nos obliga a ideologizar ese tránsito, entre el mundo material y el imaginado. Las religiones, desde el animismo hasta el monoteísmo, encuentran su fundamento en el temor de que exista otra vida y que, en ella, seremos premiados o castigados según nuestro comportamiento en el mundo de los vivos.Entre los egipcios, el alma de quienes morían se sujetaba al juicio de Osiris, quien calificaba la conducta del difunto; momificaban los cuerpos y los colocaban en tumbas con los objetos que necesitarían en la otra vida. Entre notros, la fusión de las culturas europea e indígena dio origen a un culto de los muertos suigéneris: la celebración implica una convivencia con quienes se nos “adelantaron”. La fecha obliga a una reunión familiar y con los amigos. Los panteones se llenan de visitantes; vienen desde lejanas tierras a acompañar a “sus muertos”. Los cempasúchiles adornan las casas. El pan de muertos gratifica nuestro paladar. En las lápidas, a manera de mesa, se sirven los alimentos que le gustaban al difunto, se tocan las canciones que eran de su agrado y se brinda, en un convivio en el que se funden, sin miedos, el pasado y el presente. Se hace la visita. Hoy se ha popularizado colocar altares de muertos para recordar a figuras públicas como un homenaje a su memoria. También se ha convertido en una práctica, ciertamente jocosa, escribir “calaveras” dedicadas a todo tipo de personajes, especialmente a los políticos y artistas. Y, como prueba de que ese subgénero literario ha permeado, allí va mi cuarto de espadas: CandidatosAndaban los candidatos corriendo de lado a lado, unos querían el gobierno, otros querían el Senado, algunos ya de perdida, pues querían ser diputados, pero la infame huesuda, que andaba malhumorada, a todos, de uno por uno, los remitió a la…Marcelo Ebrard La parca estaba feliz, pues siendo muy feminista y habiéndose acordado, que la Presidente fuese del género ya anotado, solo quedaba pendiente el nombre de la “interfeuta”, que si Xóchitl, que si Chuman, la del nombre equivocado; el problema hizo crisis cuando apareció en la lista, un tercero no invitado y la pelona hizo mutis con los huesos destemplados. JaliscoEstaban los candidatos listos en el partidero, montaban briosos corceles, almohazados con esmero. En eso, llegó la parca y les dijo sin rodeos, “este es asunto de yeguas; los machos, al peladero”. A los amigosLa muerte está haciendo estragos, Ya cargó con José Luis, anda sobres contra Jasso, Pancho Padilla avisó que se va pa’ Atotonilco, que con él nomás no cuenten. Polo Rodríguez, Toño Macías y Carrasco, Calderón y Juan de Dios, Filemón y hasta Radillo, están haciendo maletas, lo mismo que el que esto escribe, esperando que, en un año, sigamos los mismos vagos.
