La cortina se develó horas antes de que las autoridades electorales de la Entidad y del país dieran a conocer las cifras oficiales sobre la decisión que tomaron los ciudadanos acerca de quiénes desean que les gobierne. José Antonio Meade, en primer término y Miguel Castro Reynoso -en ese orden- salieron a dar la cara en las sedes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de la Ciudad de México y de la capital jalisciense, respectivamente, para reconocer que de acuerdo con las cifras de que disponían, se podía entender que la tendencia no les favorecía, por lo que en un acto de valor cívico y político felicitaron a los elegidos por la ciudadanía y les desearon todo género de éxitos en favor de los mexicanos.Me dio gusto ver y escuchar a los candidatos reconocer y ponderar la copiosa participación de la ciudadanía que salió a votar en un porcentaje por arriba del 70 por ciento, y además destacar el activismo de militantes y simpatizantes de su Instituto Político, en la que seguramente será reconocida como la elección más trascendente del presente siglo.En ese contexto habría que señalar que la democracia mexicana ha sido duramente criticada a lo largo de toda su historia, y aunque desde un punto de vista cuantitativo se puede decir que se trata de un proceso envidiable en el cual participan millones de ciudadanos en todo el territorio nacional -lo cual hace pensar que realizar un fraude es poco menos que imposible-, sin embargo, para los catastrofistas, el ser humano, y los mexicanos en especial suelen dar algunas sorpresas, situación que me parece que en esta ocasión no sucederá, por lo que podemos confiar en los resultados que se alcancen, aunque ahora, la forma de alcanzarlos es lo que desconcierta.De acuerdo con los avances informativos -parciales- que se fueron presentando a lo largo del día de ayer, la concurrencia a las urnas fue nutrida, lo que de antemano es una buena noticia, toda vez que la incorporación de más de una docena de millones de nuevos votantes, entre jóvenes de uno y otro sexo, le vino a dar una “refrescada” al proceso iniciado en octubre del 2017.Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura en 2010, en alguna ocasión calificó nuestra democracia como “la dictadura perfecta”, expresión que dio la vuelta al mundo, aunque habría que decir que en materia política, perdió las elecciones presidenciales en su natal Perú, con un amplio margen, por lo que entre otras cosas podríamos entender, que no es lo mismo escribir buenas historias y luego venderlas, que convencer a una nación de sus buenos propósitos.APUNTELo que sigue ahora -desde mi punto de vista- es sumarse a los trabajos de los gobiernos vencedores y no dejarlos solos.México siempre debe ser Primero.