Cada día se repite la escena. Sobre Montenegro y Enrique Díaz de León, en Guadalajara, hay un Punto Limpio. La basura amontonada a veces iguala o supera la altura de los contenedores. Es una imagen chocante pero cotidiana. Esta escena se repite cada día en muchas de las 240 esquinas en donde hay un Punto Limpio en la Ciudad. Hace tiempo que el problema dejó de ser noticia. ¿Significa que los “Puntos Cochinos” ya son “patrimonio” tapatío? Esta política pública se implementó durante la gestión de Enrique Alfaro como alcalde (2015-2018). El responsable, su entonces jefe de Gabinete, Hugo Luna -hoy en el mismo puesto pero en el Gobierno estatal-, le impuso su sello personal desde que fue jefe de Proyectos Estratégicos en Tlajomulco: entregó el negocio a la iniciativa privada por medio de una concesión. Lo que debía ser una solución y un negocio privado -lo segundo sí lo es- se convirtió en un problema que ha crecido. Obedece a un diseño deficiente de un programa. Nada más no tomó en cuenta la inexistencia de una cultura ciudadana y de una política pública para separar y reciclar la basura. Esta es una omisión histórica de autoridades municipales, estatales y ciudadanos. Desde 2007 nuestra Ley Integral de Gestión de los Residuos del Estado de Jalisco nos obliga a separar la basura (sí, hace 16 años que incumplimos la ley todos, todas y todes). ¿En qué momento creímos que una plataforma soterrada con contenedores, como seguramente los conoció Hugo Luna en su amado Edimburgo, era una alternativa eficaz para potenciar una cultura del reciclaje inexistente? Dirán que por algo hay que comenzar. A lo que respondemos: sí, pero qué tal si comenzamos por el principio que es cumplir la ley. Sumamos ahora el factor político. El alcalde con licencia Pablo Lemus prometió corregir el problema de los Puntos Limpios con videovigilancia e incluso renegoció la concesión. Pero todo siguió igual (con excepción de Lemus que ahora en vez de alcalde es candidato a gobernador). Recientemente la Semadet licitó la compra de un software que por medio de sensores permita a la concesionaria Sulo monitorear los contenedores en tiempo real. El gasto será de 1.5 millones de pesos. El absurdo: otro gasto para atender un problema que no existía y que originalmente era una solución. El Punto Limpio de Montenegro y Enrique Díaz de León aparece en Google Maps con el número 240. Eso lo convierte en el último que se colocó. Google Street View registró una imagen de esa esquina en septiembre de 2022, en donde no hay ni Punto Limpio ni basura. Significa que instalaron la plataforma recientemente y que este programa-problema sigue creciendo. Por cierto, Paulina Cervantes, directora de Medio Ambiente de Guadalajara, es la encargada de supervisar el programa de Puntos Limpios y esposa de Hugo Luna -¿eso explicará por qué la licitación del software salió de la Semadet?-. Ojalá que las gestiones de la funcionaria nos lleven, ahora sí, a un punto realmente limpio. jonathan.lomeli@informador.com.mx