La abrupta salida de Evo Morales Ayma del poder y del país, ha abierto una crisis política en Bolivia, en tanto que en México el debate en redes sociales se polarizó entre quienes dan la bienvenida al ex presidente boliviano y entre quienes lo rechazan al considerarlo incluso un dictador.Pareciera que los campos del antagonismo social y político en Bolivia y en sus respectivas adhesiones en el resto de América Latina y el mundo están entre respaldar a Evo Morales y su partido, o respaldar a las fuerzas derechistas que se oponían al presidente boliviano. Según esta lectura, sólo hay una izquierda representada por Evo y una derecha encabezada por sus opositores, especialmente los poderosos empresarios agrícolas de la región de Santa Cruz, con el respaldo de los militares y Estados Unidos. En este relato, Evo Morales queda como una víctima de un golpe de Estado por haber impulsado un gobierno progresista y a favor de la gente.Pero no es así, entre los bandos enfrentados por el poder en Bolivia, hay un conjunto amplio de organizaciones campesinas, indígenas, sindicalistas, feministas, juveniles, culturales y estudiantiles que no están en ninguno de esos campos y que abogan por una ampliación de la democracia y por organizaciones políticas que no dependan de un caudillo. Para esta postura Evo Morales deja de ser una víctima de un golpe de Estado y se analiza también como corresponsable de la actual crisis política del país sudamericano.María Galindo, una reconocida feminista boliviana, presentó hace un par de días uno de los análisis más agudos sobre la actual crisis política en Bolivia. En este análisis Galindo sostiene que Evo Morales se fue convirtiendo en un caudillo que ya no representaba los intereses populares e indígenas de sus orígenes.“Evo Morales fue construyendo en torno de su figura un caudillismo que nos ha llevado al país entero y al propio proyecto masista a un callejón sin salida. Él es la figura única convertida de forma delirante en el símbolo y la concentración de poder irreemplazable, en la figura portadora del mito del ‘presidente indígena’ cuyo único poder simbólico es el color de la piel, pues lleva adelante un gobierno habitado por un circulo corrupto de intelectuales y dirigentes que lo veneran porque lo necesitan como careta (…) Evo es el caudillo y la máscara nada más. Todo su contenido popular es meramente retórico y eso ha llevado al hecho de que hoy esté al frente de un proyecto político agotado, vacío y cuya única posibilidad de continuidad ha sido la destrucción de toda forma de disidencia, critica, debate, producción cultural o económica. Su modelo es neoliberal consumista, extractivista, ecocida y clientelar” (https://www.lavaca.org/portada/bolivia-la-noche-de-los-cristales-rotos-por-maria-galindo/).Por su parte, el uruguayo Raúl Zibechi escribió: “La izquierda latinoamericana no puede aceptar que una parte considerable del movimiento popular exigió la renuncia del gobierno, porque no puede ver más allá de los caudillos”.Para ciertos sectores de izquierda bolivianos, el MAS ya no era un proyecto político que representara un proyecto distinto al neoliberalismo extractivista que Evo Morales todavía impulso. Pero cuestionar a Evo Morales, no quiere decir que estén de acuerdo con el proyecto derechista.Por eso, María Galindo en su programa Radio Deseo, pidió a quienes no están con la derecha, ni con Evo, no convertirse en carne de cañón de una disputa por el poder. “No seremos carne de cañón, no seremos tontos útiles de esta disputa de poder entre frentes que no nos representan; el caudillismo una enfermedad de la sociedad boliviana”, dijo la reconocida feminista, hablando por sectores de la sociedad boliviana que no compran el discurso de estar o con Evo o con la derecha.