La presidenta municipal de Tecámac, Mariela Gutiérrez (obvio, de Morena), le besó la mano al Presidente Andrés Manuel López Obrador.Las imágenes, mientras el Presidente sonreía y se complacía en el gesto y la alcaldesa ejecutaba no una manifestación de cariño, sino de plena sumisión, se hicieron virales en pocos minutos.Normal en las redes sociales: desde las expresiones ofensivas y de más clara condena, hasta las frases elogiosas y las justificaciones ingenuas, han inundado las pantallas. Pero el tema sí amerita una reflexión más relajada y menos explosiva. Y es que cuando más se grita, menos se entienden las razones.¿Es correcto o no, o ni siquiera amerita la cuestión, que una autoridad “menor” se incline y venere al todopoderoso Presidente? Los hechos ocurrieron el pasado viernes 29 de septiembre, para establecer el orden cronológico de las cosas. Ese día, como suele hacer cuando la semana toca a su fin, el titular del Poder Ejecutivo de nuestra República inició una gira de trabajo. Y fue al Estado de México, donde recién se estrena en el cargo su protegida Delfina Gómez Álvarez, primera mujer en la gubernatura mexiquense y sobre todo, el rostro del primer momento de alternancia en el más conocido bastión del gran enemigo, el PRI.El Presidente se encontró -como era de esperarse en Edomex, donde los mítines y concentraciones políticas son objeto de una tradición política de muchas décadas- con un público volcado a su favor. Le aplaudían hasta el gesto de acomodarse el cabello. La mayoría de los asistentes, cómo no, resultaron ser beneficiarios del programa social que es estrella de las administraciones públicas de López Obrador desde que fue jefe de gobierno del Distrito Federal (2000-2005): la pensión a los adultos mayores.En un entorno tan favorable y en un estilo que le es característico, Andrés Manuel López Obrador recuperó el acento tabasqueño y sin las pausas acostumbradas en sus mañaneras sino con toda fluidez, anunció que propondrá que la pensión a los mayores no sea bimestral, sino mensual o quizá, quincenal. Coro de fondo: aplausos atronadores.Y en ese ambiente festivo tan típico (sí, esto no es un invento sino una copia morenista de lo que siempre hicieron en el PRI), la señora Gutiérrez se rindió a los pies del Presidente y le besó la mano. Sería interesantísimo hablar con la alcaldesa de Tecámac sobre su concepto de lo que es ciudadanía, una República o incluso, ya con más interés de hacerla sudar frío, sobre las bases del famoso Artículo 115 constitucional sobre el que tantos ensayos se han escrito para ponderar y hacer lucir al municipio mexicano. Pero sólo eso: sería interesantísimo.Regreso a la pregunta inicial y ofrezco dos respuestas.La primera es que el hecho sí amerita la discusión. Y nos coloca, otra vez, en una de las encrucijadas que más han torturado a la democracia en México: el sometimiento al poder mientras se debilitan las instituciones y se ningunea al ciudadano. Dicho de otra manera, mientras más debamos depender de la voluntad del poderoso, menos podremos pedir que acaben la corrupción y la impunidad.Y la segunda es que se trata de un hecho incorrecto. Es totalmente condenable. Sería incluso insufrible si no fuera porque el Presidente ha fundado la fuerza de “su transformación” en su popularidad, en su aprobación.Dicen muchos que la 4T no es un movimiento político sino más bien una secta semirreligiosa con un mesías al frente.No tendríamos que indagar mucho en los libros de historia para encontrarnos con muchísimos ejemplos de personajes iguales en la política mexicana. Y eso es lo peor: en lugar de avanzar, retrocedemos a lo mismo.Y la presidenta de Tecámac ni siquiera se da cuenta. Que viva su majestad.