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Banxico, 30 años autónomo

Por: Israel Macías López

Banxico, 30 años autónomo

Banxico, 30 años autónomo

Son ya 30 años de aquél 1ro de abril del 1994, cuando entró en vigor el cambio al artículo 28 de la Constitución de nuestro país, que le otorgó la autonomía total al Banxico y le encomendaba una sola misión: cuidar el poder de compra de la moneda. Es decir, que lo que compra el peso mexicano no caiga mucho.

Fue en el gobierno del presidente Carlos Salinas, aquél que todavía muchos mexicanos recuerdan como uno de los peores presidentes, el que impulsó este cambio estructural en nuestra economía.

Antes, el Banco de México no era otra cosa que una dependencia más del Poder Ejecutivo, es decir, el director general del banco era un empleado más del presidente de la República. Esto significaba, que siempre los objetivos propios del banco se subordinaban a los deseos del gobierno.

Como cuando el gobierno quería reactivar la actividad económica a través del gasto público, una de las opciones era simplemente pedirle el dinero prestado al Banco de México. De esa manera el gobierno podía gastar sin límites y sin tener que haber cobrado más impuestos a la población.

El problema es que incrementar el gasto pidiéndole al Banxico que le deposite dinero fresco, incrementaba de manera desproporcionada la cantidad de dinero en circulación en el país. Lo que terminaba provocando aumentos en los precios de las cosas. Esto es inflación.

La inflación es dañina porque reduce el poder de compra del dinero que ganan las personas.

Un billete que antes nos alcanzaba para comprar muchas cosas, ahora solo nos sirve para comprar algunas pocas. El billete es el mismo, pero su poder de compra es menor. Cuando los precios suben todos somos más pobres y nuestro nivel de vida baja.

Por lo que cuando vemos la histórica económica de México en la década de los años 70 ́s y 80 ́s, nos encontramos con el periodo de inflaciones más altas en el país. En febrero del 1987 México alcanzó la tasa anual de inflación más alta en su historia: 180 por ciento anual.

Muy similar a la inflación que actualmente sufren los argentinos en su país y que seguramente usted habrá visto en reportajes en los medios de comunicación.

Este nivel de inflación hacía que fuera insostenible la vida económica en México, nadie quería ahorrar o invertir. Por lo que no podría haber desarrollo ni crecimiento económico si antes no se lograba controlar la inflación. Es ahí donde la autonomía del Banco de México se volvió fundamental.

Con un Banco Central independiente, el gobierno en turno no puede darle órdenes ni influir en sus decisiones. El único interés del Banxico es que la inflación no crezca. Para lo que la ley lo ha hecho guardián de dos poderosos instrumentos: de las reservas internacionales y de las imprentas de pesos.

El Banco de México administra las reservas internacionales en dólares, con el único objetivo de mantener funcionando nuestro sistema financiero. De igual modo, cuida el uso de las imprentas de pesos, cuyo uso se limita a que no tenga problemas nuestro sistema de pagos.

Si el Banxico estuviera bajo las órdenes del presidente y el presidente pudiera disponer libremente del dinero en las reservas, le pregunto, ¿usted cree que habría los 212 mil millones de dólares que hay actualmente?

De igual modo, si el presidente pudiera decidir cuantos pesos mexicanos se imprimen e inyectan en la economía nacional, ¿usted cree que tendríamos inflaciones del 4.6 por ciento o nos pareceríamos más a la que tienen en Argentina?

Entonces, el Banco de México realiza un enorme servicio a los mexicanos. Que sin saber por qué, disfrutan de una estabilidad en el crecimiento de los precios. Y en gran medida gracias a la autonomía que se le otorgó a nuestro Banco Central hace ya 30 años en aquel gobierno del odiado Carlos Salinas.

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