Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Balance

Por: Jaime García Elías

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Fechas propicias para la reflexión (un ojo al retrovisor…) y los buenos propósitos (…y el otro al parabrisas), especialmente en “tiempos de cambio”, como los actuales… y como, bien visto, han sido todos, sin excepción, en el curso de la historia, sirven estos días en que el tiempo parece detenerse, en que nadie parece hacer nada para que este cacarizo planeta siga girando, para documentar conceptualmente lo mismo el análisis sobre lo que se hizo o se dejó de hacer en el año que se nos escapa como agua entre las manos, que para alimentar más esperanzas que temores por lo que viene a la vuelta de la esquina...

-II-
Puede servir, para lo primero —a propósito del consenso generalizado de que México, en las elecciones del año pasado, optó por un drástico viraje en el timón, convencido de que la simple “alternancia” había sido insuficiente para romper una inercia perniciosa—, el balance que propone Juan Carlos Romero Hicks, no tanto como coordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados, sino porque su voz evoca las de tantos correligionarios suyos del pasado, valientes, certeras, punzantes para la crítica… aunque los gobiernos de su signo —el de Fox, el de Calderón…— se quedaran muy lejos de la perfección que exigían a los que los precedieron durante siete décadas.

Romero Hicks (“El Universal”, XII-29-19) sostiene que la cabeza visible de la cacareada Cuarta Transformación, “denota ignorancia, dogmatismo y soberbia”. Critica, en concreto, las leyes secundarias de la Reforma Educativa (de la que se propuso “no dejar ni una sola coma”) porque, a contrapelo de la cantaleta de que ya fue erradicada la corrupción que caracterizó a todas las administraciones del pasado, fueran del signo que fueran, la educación “se dejó en manos de un sindicato clientelar, corrupto y corruptor”. Habla de temas “contundentemente refutables”; enumera: “la economía, que no crece; la seguridad, que no mejora; los proyectos de infraestructura, ocurrentes, inviables y faraónicos: (el aeropuerto de) Santa Lucía, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas; la simulación de las consultas; el asalto a los órganos autónomos (contrapesos del Gobierno en toda democracia que se respete) como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Suprema Corte de Justicia, (…), el Instituto Nacional Electoral”... Y concluye: “Estamos frente a un Estado fallido, que no entiende… y que no entiende que no entiende”.

-III-
Aunque, claro, ya se sabe que hay quien tiene “otros datos”…
 

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