Martes, 26 de Noviembre 2024

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Ayotzinapa o cuando la bandera electoral se revirtió

Por: Jaime Barrera

Ayotzinapa o cuando la bandera electoral se revirtió

Ayotzinapa o cuando la bandera electoral se revirtió

Hace nueve años, cuando la crisis política que provocó la desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, en la oscura y criminal noche de Iguala ocurrida el 26 de septiembre de 2014, el más experimentado opositor del país, Andrés Manuel López Obrador, supo que había que capitalizar esa tragedia como parte de su estrategia político-electoral para llegar en su tercer intento, y ahora sí, a la Presidencia de la República.

Desde ese primer momento empezó a tejer su plan para tomar la causa de los padres de los jóvenes normalistas, y aprovechar todas las torpezas y titubeos con los que el Gobierno de Enrique Peña Nieto actuó ante este episodio inédito de violencia institucional, para convertirlo en una de sus principales estandartes electorales.

Así, López Obrador puso de su lado a ese movimiento que representaba el fracaso contra el combate al narco, la corrupción política, la infiltración delincuencial a las corporaciones policiales y la violación de los derechos humanos. Por eso se encargó de ondear esa bandera hasta convertirla en un factor decisivo para dinamitar el exitoso primer tercio del sexenio del ciclo reformador de Peña, y enfilarse a la conquista de su sueño presidencial.

Como pasó a los panistas en Jalisco que también lucraron políticamente de la tragedia de las explosiones del 22 de abril de 1992 en el Sector Reforma y del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en 1993, para sacar al PRI del poder en 1995, y nunca pudieron esclarecer ambos casos como prometieron; o como los emecistas que desecharon la investigación priista de los tres jóvenes estudiantes de cine desaparecidos en 2018, y no sólo no han expuesto otra versión, sino que este lastre se les desbordó, a López Obrador también el caso Ayotzinapa se le convirtió en todo un búmeran contra la 4T. Todos los problemas que representaba este episodio, lejos de disminuir han aumentado.

Hoy lo que más le duele a López Obrador, además de los reproches de los padres y madres de los normalistas por no cumplir su promesa de dar con el paradero de sus hijos, es que le restrieguen que la investigación de su gobierno, se parece mucho a la “verdad histórica” por la que encarceló al ex procurador priista, Jesús Murillo Karam.  

Se le hizo tanto bolas el engrudo a AMLO con este tema, que ya ha empezado a provocar cortos circuitos en la cúpula del gobierno morenista y en su proceso sucesorio, como pasó ayer entre Alejandro Encinas y Omar García Harfuch, y antes entre Encinas y los secretarios de la Defensa y de la Marina, por la petición de órdenes de aprehensión contra mandos militares por este caso. 

Por el desmedido peso que AMLO le dio al poder militar en su gobierno, tuvo que parar el curso de la investigación de las desapariciones en Iguala para proteger al Ejército, aún con el costo de incumplir su promesa de llegar a la verdad y hacer justicia a los familiares de los normalistas, que hizo, cuando le convenía, su gran causa.

Habrá que ver si ahora las fuerzas opositoras saben capitalizar este fraude para intentar frenar a la 4T, como AMLO lo hizo desde septiembre de 2014 para llegar a Palacio Nacional. 

jbarrera4r@gmail.com
 

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