Jueves, 28 de Noviembre 2024

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Ayer, criticadas; hoy, aclamadas

Por: Jaime García Elías

Ayer, criticadas; hoy, aclamadas

Ayer, criticadas; hoy, aclamadas

“Supremo juez”, llamó Paul Dukas al tiempo. El Concierto para Violín en Re mayor, Op. 35, de Tchaikovsky, fue (des)calificado, tras el estreno, en 1878, como “música que apesta al oído”. La Sinfonía No. 5 en Re menor, Op, 47, de Shostakovich, estrenada en 1937, a su vez, fue tildada de “vulgar, formalista y neurótica”. Si los críticos que firmaron esas sentencias condenatorias se llevaron sus convicciones a la tumba, peor para ellos. Las obras referidas, en tanto, plenamente aprobadas por el tiempo, “gozan de cabal salud”. Quedó demostrado -por si hiciera falta- con el lleno que generaron y las aclamaciones que cosecharon al ser incluidas en el segundo programa de la Primera Temporada 2019 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la noche del jueves en el Teatro Degollado.

El programa se abrió con la opulenta Danza de los Marineros Rusos, Op. 70, del ballet La Amapola Roja, de Gliere. Como sucedió con la Quinta de Tchaikovsky en el programa inaugural de la temporada, Jesús Medina Villarreal, director artístico del ensamble, aplastó las cuerdas con los metales al llevar los fortes a niveles de estridencia.

En el Concierto para Violín, en cambio, con una dotación moderada en la sección de metales, Medina logró una orquestación pulcra, respetuosa de la partitura y de la sonoridad del alemán Nicolas Koeckert, solista. En los tutti consiguió un equilibrio encomiable entre todas las secciones del ensamble. Si en el concierto inaugural Alexander Markov bordó primores con el Concierto No. 1 de Paganini, Koeckert, con el de Tchaikovsky, no desmereció en absoluto. La emoción, la pureza de su sonido y la intensidad de su vibrato fueron de antología. Como Markov dos semanas antes, Koeckert, ahora, arrancó cálidas ovaciones espontáneas desde el final del primer movimiento. Su encore, en correspondencia a las aclamaciones finales, fue -acompañado por la orquesta- la conocida (y mexicana, además) Estrellita, de Ponce.

La Sinfonía No. 5 de Shostakovich canceló a priori los posibles excesos sonoros de la batuta. Salvo el tema principal del segundo movimiento (allegretto) y el gran finale climático del cuarto (allegro), tratados con mesura, el resto de la partitura se caracteriza por el tono moderado, sutil incluso, en que sobresalen los diálogos apacibles, casi íntimos, de flauta y arpa.

El programa, como de costumbre, se repite este domingo, a partir de las 12:30 horas, en la misma sala.

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