Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Ataque a Ciro, precursor de más violencia

Por: Jonathan Lomelí

Ataque a Ciro, precursor de más violencia

Ataque a Ciro, precursor de más violencia

Para entender qué significa el asesinato de un periodista en una democracia o un intento de homicidio como el ocurrido contra Ciro Gómez Leyva, sólo imaginemos el escándalo que se desataría si intentan asesinar al periodista más visible de Estados Unidos o Canadá. La sola idea es inconcebible. Eso sólo ocurre en Afganistán, Ucrania y ahora en México.

Su significado y alcance puede analizarse en los términos que revela el estudio “¿Canarios en una mina de carbón? Lo que nos dicen los asesinatos de periodistas sobre la represión futura”, publicado en el Journal of Peace Research, revista científica de investigaciones sobre la paz.

Los canarios, más sensibles que los humanos a los gases tóxicos, se emplearon como mecanismos de alerta temprana en las minas de carbón, lo que salvó miles de vidas el siglo pasado. De ahí que la publicación use el símil de estas aves para advertir que el asesinato de un periodista es un signo de deterioro del respeto a los derechos humanos en un país y un precursor de mayor violencia.

“Nuestro análisis muestra que donde un periodista fue asesinado, la represión fue significativamente más probable que aumentara en los siguientes dos años”, acota el estudio.

Si bien el diagnóstico realiza esta predicción a partir de casos en donde un Estado totalitario es el responsable directo de la violencia contra periodistas, también dibuja escenarios en donde los asesinatos de periodistas son atribuibles a bandas criminales como el caso de México.

Esto refleja la pérdida de control del Estado sobre estos grupos violentos, apunta el estudio, lo que convierte al poder público en cómplice y patrocinador indirecto de esa violencia.

Ahora, ¿cómo interpretar este atentado contra Ciro? El veneno en el aire es evidente; ya no se puede ocultar el problema debajo de la alfombra.

La Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión de la FGR registra sólo cinco periodistas asesinados este año. Sin embargo, Reporteros sin Fronteras documenta 11 homicidios y el Comité para la Protección de Periodistas, otro organismo internacional, reporta 13. Parece que el Gobierno subregistra los casos.

Sin embargo, los rankings internacionales ubican a México como uno de los países más peligrosos para ejercer la profesión de periodista. Por encima de países en guerra como Ucrania o totalitarios como Irán.

Ciro Gómez Leyva sufrió un atentado y milagrosamente salvó la vida gracias al blindaje de su camioneta. Desde el homicidio en 1984 del periodista Manuel Buendía, el más influyente de la época, no ocurría un ataque a un perfil de tal notoriedad pública en la capital.

Por eso atestiguamos una regresión histórica para este país. Si esto le hacen a uno de los dos periodistas más visibles y públicos de México –el otro es Loret de Mola–, imagínense lo que enfrenta uno de menor visibilidad o cualquier ciudadano.

En Jalisco tuvimos una alerta con el atentado a Susana Carreño, periodista de Puerto Vallarta, pero la autoridad lo minimizó. La violencia contra periodistas comienza a moverse hacia ámbitos fuera de regiones típicamente “silenciadas”, sale de su confinamiento casi rural, ejercida por caciques y criminales locales, ahora avanza hacia las grandes urbes y de por medio hay amenazas más poderosas.

Los gases tóxicos inundan el ambiente casi irrespirable.

jonathan.lomelí@informador.com.mx

Jonathan Lomelí

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