Si Tomás Boy, técnico recién llegado a Chivas, es el “bombero” más conocido de la actualidad, el entrenador que cumplió esa función con mayor notoriedad en el pasado fue Arpad Fékete, quien llegó a México para dirigir precisamente a las Chivas.“Estoy acostumbrado a tomar equipos que tienen problemas en la tabla general”, decía Fékete en 1989, palabras idénticas en cuanto al contenido a las de Tomás Boy ayer: “Muchos de mis trabajos han sido para salvar la categoría y me ha ido muy bien en ese rubro”.La fama de Fékete como “bombero” (es decir, un entrenador que es llamado en una situación de emergencia) se formó con el paso del tiempo. El húngaro llegó al Guadalajara en 1957 e hizo campeón al equipo en las temporadas 1958-59 y 1959-60. Después repitió la hazaña con el Oro en la campaña 1962-63. Dirigió, además, a la Selección mexicana en 1963.Cuando Fékete puso pie por primera vez en Guadalajara tenía 36 años y lograba comunicarse en una mezcla de español e Italiano, ya que había transcurrido gran parte de su carrera en Italia, donde jugó hasta 1953.Aunque su fama está ligada a los equipos en dificultades, la contribución de Fékete a los mejores años del Guadalajara no debe subestimarse. Cuando se hizo del mando del equipo, el club había apenas roto la maldición del “ya merito” y la continuación de ese éxito no estaba garantizada. Los dos títulos del entrenador húngaro formaron un puente entre ese primer triunfo y los logros del Campeonísimo.En 1960 Fékete dejó al Guadalajara en manos del ingeniero Javier de la Torre con la intención de pasar al futbol de Estados Unidos, pero no como entrenador, sino como jugador. El plan no prosperó y un año después el entrenador estaba de vuelta en México para tomar las riendas del club Nacional.La vocación de “bombero” que iba a marcar la segunda parte de la carrera de Fékete no fue obra de la casualidad, sino de la genética futbolística. El húngaro dominaba el “catenaccio”, estilo de futbol defensivo que aprendió en Italia. Esa manera de jugar fue creada para que equipos pobres pudieran imponerse a otros de mayores recursos, y justamente eso iba a volverse la especialidad del técnico húngaro.Su fama de estabilizador de equipos lo trajo de vuelta al Guadalajara en 1989 para tomar el lugar de Ricardo La Volpe. Chivas era sotanero junto a Tampico Madero y Veracruz, todos con sólo nueve puntos. “Tenemos tiempo para pensar en la clasificación a la Liguilla y después pelear por el título”, dijo el técnico de 68 años con el optimismo que sólo un “bombero” puede tener.Fékete no logró enderezar el rumbo del Guadalajara y los jugadores comenzaron a cuestionar públicamente sus métodos. “Es desgastante estar todo el partido marcando personal, no hay libertad para hacer otra cosa y con ese tipo de juego siempre regalas la salida al rival”, dijo Demetrio Madero después de una igualada 0-0 ante Toluca, demostrando que por más que existan buenas intenciones, hay fuegos que ni el mejor “bombero” puede apagar.