¿Qué puede motivar a un hombre como Eduardo Almaguer para buscar una candidatura en un partido que no las tiene todas consigo? O reformulo la pregunta: ¿qué puede motivar a cualquiera, fiscal o no, a lanzarse a navegar esas aguas cuando la corriente viene en contra? Posibles respuestas: el amor al partido, la lealtad a un líder, la vocación pública, la fortuna, la mala suerte. De entrada, puede parecer incluso un sacrificio y por eso los partidos se van quedando atrás: porque los militantes se rajan, no quieren dejar la piel en una carrera tricolor que ven perdida.Y a quién le importa, dirán muchos. Si el PRI, el PAN o el PRD se van quedando sin gallos cuando hay un adversario con ventaja importante, pues es asunto de ellos. Que sus alfiles cuiden lo poco ganado es comprensible, dirán.Y no, perdón pero no es así. A nadie conviene que sea así. A nadie conviene la cobardía pragmática ni la prudencia electoral. Ni a ellos, ni a sus partidos ni al Estado. Enrique Alfaro y Aristóteles Sandoval son buenos ejemplos de hombres fuertes que remaron contra corriente y que no sólo voltearon la fortuna de sus partidos, sino que, mientras no eran lo que hoy son, participaron activamente en la agenda pública. Eran unos políticos gritones, lanzados y bravos. Aún lo son. Creo que su participación en la vida política de Jalisco no ha sido suficientemente valorada: uno de ellos logró cambiar una inercia albiazul de casi dos décadas y el otro ha construido una oferta partidista altamente competitiva y con eco nacional. Eso no es malo para la vida pública, al contrario. Entre más políticos estén dispuestos a remar en contra, mejor le va a la democracia, al sistema de partidos y, al final, a la calidad de nuestros gobiernos. No tengo elementos suficientes para saber si Almaguer tiene lo que su partido necesita para competir Jalisco o para contener el tsunami alfarista, pero puedo ver con claridad que él es una buena opción para el PRI. Primero, porque forma —formó, perdón— parte del gobierno que deberá defenderse del tsunami. Si gana o no gana, de todas formas es su responsabilidad hacer frente a las críticas que hay y que vienen en andanada.Segundo, porque no forma parte del PRI del pasado. No vienen con él de regreso los tricolores que fueron expulsados por el voto jalisciense. Y tercero, porque siendo candidato, defendiendo a un equipo y compitiendo contra una fuerza de la naturaleza como es Alfaro, ya gana. Él y los que como él, se avienten, ganan capital. Y quién sabe, si tienen la fuerza, quizá cambien lo que está escrito. ¿Y el Frente?El PAN y el PRD están haciendo todo para destruir su valor. ¿Dónde quedó la voluntad política que animaba a esa izquierda, a esos demócratas panistas que se lanzaban a construir y no a ganar?