Arrancaron las campañas y el primer presidenciable en visitar Jalisco fue el candidato frentista, Ricardo Anaya, que ayer se “placeó” en San Juan de los Lagos.En esta visita usó la camiseta panista y prometió revisar el tema de la presa El Zapotillo y la distribución de agua que beneficie a Jalisco en lugar de Guanajuato.Nada más habrá que estar atentos a sus promesas en tierras guanajuatenses cuando le pongan el tema sobre la mesa. Aunque el mitin se realizó en la plaza frente a la catedral, no atrajo a grandes multitudes y algunos malintencionados aseguraron que reunieron más espectadores los danzantes en el atrio del templo.***Como sea, pero Enrique Alfaro Ramírez, candidato naranja por la gubernatura que encabeza las encuestas, arranca campaña hasta hoy con un evento tempranero en Plaza de la República, en Guadalajara.Lo hará un día después de Miguel Castro del PRI, Carlos Lomelí de Morena y hasta Miguel Ángel Martínez del PAN.¿Estrategia o exceso de confianza? Lo cierto es que hoy tendrá más posibilidades de acaparar reflectores para él solito.Y literal, será solito, porque a pesar de los rumores sobre un eventual espaldarazo de Ricardo Anaya en su mitin, el presidenciable no acudirá para cobijar a Alfaro.***La disputa por la presidencia del PRI Jalisco sigue en grande y en estos días podrían darse los ajustes.Allegados al candidato Miguel Castro dan casi como un hecho la salida de Héctor Pizano y la llegada de Ramiro Hernández, aunque aún no estaría dicha la última palabra en el asunto.Lo que fue evidente en el arranque de campaña de Castro, en los primeros minutos del jueves pasado, es que el abanderado priista lució con pocos apoyos; ningún secretario estatal, ni Arturo Zamora, ni el aún presidente del partido se trasnocharon para levantarle el brazo a su abanderado.Los golpes bajo la mesa siguen entre los priistas, lo que no parece para nada halagüeño para una campaña en donde el PRI va cuesta arriba y cargando una pesada cruz.A eso hay que sumar que la marca tricolor está en uno de sus momentos de mayor impopularidad. A tal grado, que Castro eliminó la paleta de colores del PRI para su campaña.