Es la despedida que nunca espero que el gobierno de Estados Unidos le fuera a dar. Cuando todo era para el ‘miel sobre hojuelas’, en medio de la transición gubernamental, cuando se pavoneaba por todo el país con su heredera al poder y en el adiós para irse a “descansar” a su rancho a Palenque -“La Ching... ”- desde Washington le dijeron “surprise” y sin decirle “agua va”, le detienen a sus espaldas a dos de los capos más buscados como responsables del tráfico de drogas -de los dos lados de la frontera- y la violencia en México. Encubridor o incapaz de no hacer nada durante casi seis años en contra de los históricos narcotraficantes, a 14 días de las detenciones el inquilino de Palacio que se ha visto exhibido y de manera patética vocifera desde su atril mañanero que “no hay cooperación” de parte de los Estados Unidos para darle detalles de la jugada maestra de las autoridades de nuestros vecinos, además de lastimosamente clamar a manera de súplica “queremos saber más”.Y ahora, para hacerle más amarga su despedida a López Obrador, la declaración difundida por el abogado de “El Mayo”, donde el narcotráfico habla de que “no me entregue, me secuestraron” y que fue objeto de una emboscada para secuestrarlo, cuando aparentemente esperaba reunirse con Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, y con Héctor Melesio Cuen Ojeda, político asesinado el dia de la detención del capo, han venido a darle mayor fuerza a los argumentos de la influencia de los cárteles y a las sospechas del control que el narcotráfico tiene en algunos gobiernos o regiones del país.Hay que recordar la afirmación del 22 de marzo pasado por parte del secretario de Estado, Antony Blinken, quien en una audiencia ante un comité del Senado de Estados Unidos dijo “Los carteles de la droga controlan partes de México”, provocando un día después que desde la verborrea matutina de Palacio el presidente López Obrador levantara la voz y dijera “Eso es falso. No hay ningún lugar del territorio nacional en donde no haya presencia de la autoridad”. Argumento -este último- que puede ser cierto, pero que esa autoridad no esté coludida -con su anuencia o bajo amenaza- por parte de la delincuencia organizada es lo cuestionable. Y lo que es más controvertible para la sociedad en general, es que la política de “abrazos, no balazos” no sea parte de un acuerdo desde las altas esferas de la Cuarta Transformación hasta las cúpulas delincuenciales. Así que, como desde la cresta de Washington -de acuerdo a sus investigaciones- vienen las acusaciones de colusión entre algunas autoridades mexicanas y grupos de delincuentes, y cómo son capaces de detener a los capos con sus servicios de inteligencia -“sin abrazos y ni balazos”-, es probable que si hay “alguien” más involucrado con los cárteles, en estos momentos debe andar “con la cola entre las patas”.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguezdaniel.rodriguez@dbhub.net