Y de aquel torrente de federalismo solo quedó un chisguete. Tanta alharaca, tanta consulta, tanto festejo por el triunfo democrático tras la consulta inútil sobre el pacto fiscal, y el gobernador Enrique Alfaro simplemente no volvió a hablar del tema. No es que se haya resuelto el problema, que el pacto fiscal haya cambiado como por arte de magia, que a Jalisco lo traten mejor en el presupuesto tras la consulta o exista alguna promesa de que así será, simple y sencillamente nadie volvió siquiera a mencionarlo.Tras la vehemencia con la que el gobernador Alfaro planteó la necesidad de cambiar el pacto fiscal nos imaginábamos que a estas alturas del año ya andaría en gira por todo el país predicando el evangelio federalista, al menos eso prometió; sin embargo, no ha salido ni a Colima, Zacatecas o Michoacán. A estas alturas deberíamos estar ya discutiendo en todo el país la distribución de recursos, pero no es así; nadie está hablando del tema. Alfaro no logró, como dicen los manejadores de redes, generar conversación. Más grave aún es que dentro del estado tampoco pasó nada. Deberíamos al menos estar analizando cómo se sienten los municipios en su relación con el gobierno estatal para estar seguros de no estar cometiendo como estado las mismas inequidades que reclamamos a la federación. O al menos discutiendo en el Congreso sobre la propuesta de creación del sistema tributario estatal. Pero ni eso. El alfarismo como movimiento político vive en una extraña paradoja. Por un lado, tiene una gran capacidad para la comunicación política, manejo de redes sociales y generación de imagen (el gasto público en empresas de comunicación raya en lo escandaloso) y por el otro, posee un pésimo tino para proponer temas que realmente le importen a los gobernados. La refundación de Jalisco quedó tirada en el olvido (él mismo la echó a la basura) y el nuevo pacto fiscal parece correr la misma suerte: ya no le gustó el juguete.¿Se olvidó el gobernador del tema o simplemente no son los tiempos para hacer campaña? Dicho de otra manera, ¿lo que ocupa la mente del gobernador es el federalismo fiscal o su futuro político? ¿Cuánto nos han costado a los jaliscienses esas ocurrencias, esas ideas grandilocuentes de un gobierno más preocupado por la imagen que por los resultados? Olvidémonos del dinero, que no es poca cosa. No solo es el gasto, es el desgaste, el costo en tiempo y esfuerzos inútiles de todo un gobierno enfocado en promover cosas que jamás sucederán. diego.petersen@informador.com.mx