Lunes, 07 de Octubre 2024

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Al borde un lodazal sangriento

Por: Daniel Rodríguez

Al borde un lodazal sangriento

Al borde un lodazal sangriento

Las diferencias políticas, ideológicas, sociales y culturales entre Rusia y los Estados Unidos se manifestaron abiertamente durante la Guerra Fría, que surgió a partir de la terminación de la segunda guerra mundial en 1945 y que se prolongó hasta 1989. Dentro de ese periodo -donde los soviéticos representaban el bloque oriental o comunista y Estados Unidos lideraba el bloque occidental integrado por los países europeos capitalistas- el momento más álgido y de más riesgo que estuvo a punto de iniciar una guerra nuclear y por ende la tercera guerra mundial, fue la crisis de los misiles de Cuba en 1962. La también conocida crisis de octubre o crisis del Caribe.

El descubrimiento de los misiles soviéticos en territorio cubano el 15 de octubre de 1962, mantuvo en vilo al mundo hasta que se logró 13 días después el desmantelamiento de los mismos y de esa manera bajar los niveles de riesgo de un enfrentamiento entre las potencias.

Desde hace casi 60 años no se había presentado condiciones de un enfrentamiento entre ambas potencias hasta el día de hoy, cuando se escuchan a la distancia ‘los tambores de guerra’ con las intenciones rusas de anexar nuevamente a Ucrania a su órbita y han puesto a todo mundo en riesgo de enfrentamiento.

Hace solamente algunos días -cuando empezaba a crecer la tensión en las fronteras de Ucrania- un articulo de analisis de la publicación británica The Economist decía que “Rara vez han dependido rentas cosas en el ámbito del conflicto humano de los caprichos de un solo hombre”, haciendo referencia a Vladimir Putin. Agrega que nadie puede estar seguro de sus verdaderas intenciones. “Da la impresión de que incluso su propio ministro de Asuntos Exteriores las desconoce. Ahora bien, si están a punto de estallar combates, el  mundo debe comprender todo lo hay en juego”.

La movilización de casi 200 mil efectivos militares rusos en la frontera con Ucrania, el reconocimiento de independencia de dos regiones o repúblicas separatistas crean un exponencial crecimiento de la tensión y reduce sensiblemente la posibilidad de resolver las diferencias a través de vía diplomática. Esto último ha quedado descartado con las acciones de Putin y las sanciones de Biden y de los países miembros de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que solo dejan al destino que un movimiento en falso de parte de ambas partes sea pretexto para iniciar la incursión total en terreno ucraniano y con ello provocar la movilización de contraataque que nos llevaría a una etapa de la historia que nunca hubiéramos querido ser testigos.

Aquí -como dice The Economist-, parece que dependemos “de los caprichos de un solo hombre” que puede provocar un “lodazal sangriento”. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net

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