Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Airbnb y los nómadas digitales de Chapu

Por: Jonathan Lomelí

Airbnb y los nómadas digitales de Chapu

Airbnb y los nómadas digitales de Chapu

El otro día quedé con una amiga en un café delicioso en la esquina de Prisciliano Sánchez y Robles Gil, en la Americana de Guadalajara. Mientras conversábamos, volteó de pronto a su alrededor, hizo una pausa y, como espantada, me susurró: 

-¿Te das cuenta que somos los únicos hablando español? 

No me sorprendió. Ya había notado ese fenómeno creciente de extranjeros viviendo en la zona. A diferencia de los jubilados de Ajijic, se trata de adultos jóvenes en plena edad productiva. Gringos californianos, neoyorkinos, canadienses, europeos… 

Tienen un nombre: nómadas digitales. Tras la pandemia, el trabajo remoto generó este boom de empleados que no acuden a la oficina. Con alto poder adquisitivo en dólares o euros, migran a países más “baratos” y gracias a Airbnb consiguen casa o departamento para estancias largas. 

Según Ángel Terral, director general de Airbnb México, en el país una de cada cuatro reservaciones es de larga estancia (más de 28 días), una tendencia en aumento tras el desconfinamiento. 

Usted dirá, qué maravilla, más güeritos, güeritas y güerites significan más dólares para la economía, negocio para todos, pero… 

Este debate adquirió fuerza tras el reciente acuerdo entre la CDMX y Airbnb para impulsar la renta de espacios y el turismo de larga estancia. “La gente no sólo quiere venir a la ciudad”, dijo Terral, “la gente quiere vivir aquí”.

El aumento de huéspedes con alto poder adquisitivo tiene consecuencias: suben las rentas y comienzan los desalojos porque el casero prefiere rentar más caro en dólares. Se eleva el alquiler y los precios de la vivienda, y esto desplaza lentamente a los habitantes locales. 

También incentiva a los capos inmobiliarios. Airbnb pasó de ser una plataforma de economía colaborativa, en donde sacabas un “extra”, a un negocio concentrado cada vez más en cada vez menos manos. Según registros periodísticos, seis de cada 10 espacios en renta en Airbnb pertenecen a un conglomerado o grupo de inversionistas. 

Los desplazamientos en la CDMX han generado grupos organizados contra la falta de regulación para este mercado. El problema, como todo en esta época, es global. Lo padecen ciudades europeas como Barcelona,  Berlín y París, en donde le han declarado la guerra a esta forma de especulación 

En España, por ejemplo, debaten una ley de vivienda que limita el aumento de las rentas más del 10 por ciento sobre el contrato anterior. También restringe el alza del alquiler para poseedores de más de 10 propiedades y crea zonas especiales en donde la renta no debe estar arriba del 30 por ciento del ingreso medio de un español. 

Usted dirá, pero esto es libre mercado, ¿dónde quedó el derecho de los dueños a sacar provecho de sus propiedades? El problema es que ese lucro especulativo se contrapone con el derecho humano a la vivienda. El mercado necesita reglas para que ese derecho no sea sólo un negocio. 

¿Y a dónde apunta la chancla en Guadalajara? Pablo Lemus, político pero también empresario, impulsa la construcción de 350 unidades habitacionales en la zona del Parque Morelos para “repoblar” la ciudad. Para ello dará incentivos fiscales a los desarrolladores. 

Se trata de departamentos de 40 a 80 metros cuadrados pensados para rentar en Airbnb, como señaló el alcalde. En otras palabras, tienen en mente a los turistas y los nómadas digitales, pero no a los locales y el derecho humano a la vivienda asequible.  

Este debate de fondo trata sobre la ciudad como un derecho de todos y no sólo de los que pueden pagarla. 

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