Una noticia agridulce. No encuentro otra forma de calificar el envío de las primeras 220 toneladas de aguacate Hass de Jalisco a Estados Unidos. Para entenderlo, imaginemos las posturas de un Optimista y un Pesimista que se enteran de la noticia. El Optimista diría algo como: Llegamos al final de una batalla de más de una década de los productores jaliscienses. Seremos el segundo estado, luego de Michoacán, en venderle nuestro “oro verde” a los gringos. ¿Sabes lo que significa en empleos? Se sumarán a los 12 mil directos que hay ahorita, pero eso no es todo, el 80% de la fuerza laboral en esta industria son mujeres; serán las más beneficiadas. Échale cuentas. El sector ha crecido a doble dígito en los últimos años. Michoacán manda un millón 80 mil toneladas al año a EU y el gabacho pide más. Nosotros empezaremos con unas 100 mil toneladas, pero podemos mandar más porque apenas certificamos la tercera parte de nuestras hectáreas. No sólo eso. Por la alta demanda de los gringos, entre abril y junio sube el precio del aguacate, pues Michoacán no se da abasto. Con la entrada de Jalisco, tendremos un “oro verde” a precios más estables todo el año en México. Que no te preocupe la deforestación. Ya hay mil 700 hectáreas certificadas con Rainforest Alliance. Y la mayor parte del cultivo en Jalisco se realiza por riego a diferencia de Michoacán. Te digo, nuestro potencial es tremendo. Ahorita sólo certificamos diez municipios, la mayoría del Sureste (Cd Guzmán, Gómez Farías, Concepción de Buenos Aires, Tapalpa, Zapotiltic, San Gabriel, Sayula, Arandas, Chiquilistlán y Tepatitlán). Pero en el Estado hay 64 municipios productores de aguacate. ¿Te das cuenta? El cielo es el límite. Por su parte, el Pesimista respondería: El “oro verde” también puede convertirse en “veneno negro” si nos descuidamos. Para empezar, el crecimiento desordenado tiene un alto impacto ambiental. Producir un kilo de aguacate requiere hasta 250 litros de agua con un sistema de riego. En un país y un estado con sequías cada vez más severas, el estrés hídrico se acentuará. El crecimiento desordenado también provoca deforestación. ¿Sabías que muchos productores están reconvirtiendo sus cultivos de caña y maíz para sembrar aguacate? Suma el boom de las berries. ¿Tú crees que el agricultor va a preguntarle a la autoridad si puede sembrar aguacate? Me dices que hay mil 700 hectáreas certificadas por buenas prácticas ambientales. Nada más te recuerdo que eso representa menos de la décima parte de las hectáreas totales en el Estado. En Michoacán, la mafia llega a cobrar hasta mil pesos por hectárea a los productores. ¿No es el sureste de Jalisco, en estos momentos, el que pasa por una crisis de seguridad por el crimen organizado? Sí, Mazamitla es productor de aguacate. Ahí hay otra oportunidad para que los capos de la droga cobren rentas criminales y extorsionen. ¿Quién tiene la razón? Ambos. El envío de aguacate jalisciense a EU representa una gran oportunidad para la economía estatal y para miles de familias. Pero también riesgos ambientales y un aliciente para agravar la disputa violenta de los cárteles por el control del territorio. La solución para evitarlo sería simple y compleja a la vez: un estado de derecho. Que haya consecuencias para los cambios ilegales de uso de suelo, el cumplimiento de normas ambientales y seguridad en las regiones productoras. Esas son tareas que hasta ahora el Estado no ha cumplido. Por eso la noticia es agridulce.