Viernes, 22 de Noviembre 2024

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José M. Murià: Aeropuertos de porquería

Por: José M. Murià

Aeropuertos de porquería

Aeropuertos de porquería

Tal fue la referencia del gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña (2001-2007), al mediar su administración y, la verdad sea dicha, el trío formado por los aeropuertos de Tlajomulco (Guadalajara), Tijuana y Puerto Vallarta, que conforman el desafortunado GAP (Grupo Aeroportuario del Pacífico), caben todos en la misma descalificación.

Lo cierto es que, no obstante haber hecho algunas modificaciones, en su inmensa mayoría para obtener más dividendos pero con muy escasa preocupación por el servicio y la atención de los pasajeros, no han mejorado prácticamente nada desde entonces.

La razón es sencilla. Su único interés es medrar… como buena empresa de la que se han adueñado extranjeros (españoles en este caso), de lo que se trata es de “hacer la América”. La idea de lo que debe ser un servicio público, como era antes, ha desaparecido del mapa aeroportuario en el que están enclavados tales sujetos.

Supongo que ello es también la causa de que su personal resulte de ínfima calidad, lo cual deriva de los míseros salarios que se pagan y la soberbia que se respira en la empresa. 

Hace pocos días, el martes 1 de junio, un pasajero amigo estuvo cerca de perder su vuelo en Puerto Vallarta gracias a la incompetencia y prepotencia de dos personajes que ostentaban el letrero de la empresa, en aval de sus malos modos. Todo porque no podían salvar el trámite de la información de salud, que en muchas partes es un simple papel pero ahí se tenía que trasmitir por el celular. Ninguno de los dos daba pie con bola y no dejaban pasar a la persona, hasta que una empleada de migración, que pasaba casualmente por ahí, intervino y ratificó la impresión que habían dejado los sujetos de marras de incompetentes y prepotentes. 

Librado el obstáculo ocasionado por la estupidez del par, y embarcado el pasajero, me dirigí al mostrador de “Informes” para recabar una “hoja de reclamaciones”. El tipo, que “mal hablaba en cristiano” exigió saber de qué se trataba y todavía me dijo que la culpa había sido nuestra por haber llegado tarde. Siendo que nos apersonamos en el aeropuerto dos horas y media antes y haber procedido a abordar a la hora que se indicó.

Resultó difícil conseguir la hoja de reclamación… pero la usaré para mandar una atenta nota, que seguramente no servirá para nada, pero lo que sí haré será reiterar mis deseos fervientes de que pronto se cumpla con el cometido de sacar a las empresas privadas de los manejos aeroportuarios. Tratándose de servicios públicos es un fracaso que sale carísimo que los aeropuertos estén en manos de particulares y, peor aún, de extranjeros. 

jm@pgc-sa.com

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