Esos mineros seguramente ya se murieron.Después de dos semanas de que ocurriera el accidente y 10 mineros quedaran atrapados entre los rústicos túneles del pozo minero El Pinabete, en Coahuila, las posibilidades de que estén vivos son una en un millón.Por los derrumbes y el nivel del agua el tratar de llegar hasta donde se encontraban los mineros implicaría prácticamente excavar una nueva mina y en caso de que aún estuvieran vivos no hay tiempo.Unos de los principales problemas para entrar al pozo ha sido el agua, que se filtra por las paredes a través de los mantos acuíferos y por ello la han estado bombeando, pero en los últimos días ha llovido con tal intensidad que los niveles del agua en los túneles son hoy incluso superiores a los que había cuando ocurrió el derrumbe.Lo mejor que le podría pasar a López Obrador es que poco a poco se vaya olvidando el asunto de los mineros y todos nos hagamos a la idea de que, como ocurre en este tipo de accidentes en una mina, aceptar que las víctimas ya encontraron su tumba permanente allá abajo.Y es que ha sido tal el afán de atraer reflectores y demostrar que él sí puede rescatar a los mineros, a diferencia de lo que ocurrió en la mina de Pasta de Conchos hace 16 años, donde murieron y están sepultados 65 mineros; López Obrador montó todo un operativo en el lugar, con funcionarios incluso de primer nivel, y dedicó buena parte de la mañanera al asunto.Pero la realidad lo rebasó y está demostrando que su capricho de sacar a los mineros es prácticamente imposible.Los familiares de los mineros que se encuentran en el lugar han manifestado enojo e inconformidad por lo escaso de resultados en el rescate a pesar de las promesas del propio Presidente. Incluso en algún momento manifestaron la posibilidad de denunciar la manipulación de que han sido objeto y buscar ayuda internacional.Pero rápidamente han sido acallados con tratos preferenciales y apapachos por parte de distintos sectores del Gobierno.El tiempo seguirá transcurriendo y será una realidad la necesidad de abandonar la búsqueda y dar por sepultados a los mineros.Y para López Obrador el mayor peligro sería entonces el enojo de los familiares que no estarían lejos de convertirse en activistas políticos y viajar a las calles de la Ciudad México y marchar pidiendo:“Vivos entraron a la mina, vivos los queremos”. Pablo Latapíplatapi@hotmail.com