Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Acuérdate de Acapulco

Por: Argelia García F.

Acuérdate de Acapulco

Acuérdate de Acapulco

Los tapatíos no vamos a Acapulco: nos queda lejos y para playas, las cercanas. Nosotros veraneamos, o nos vamos de puente a las propias, las nayaritas y las colimenses. Pero puestos a escoger, la verdad es que al Pacífico mexicano es difícil ponerlo a competir. 

Cualquiera que llegue a casi cualquier punto de toda esta enorme franja y tenga dos dedos de sensibilidad en la frente, respirará profundo y se sentirá pequeño frente a la inmensa belleza de nuestras playas. 

Por azares del destino, hace veinte años, solo un poco antes de que terminara el reinado de Acapulco y la tomara el narco junto con el crimen organizado y se volviera intransitable, como dice la propia gente del lugar, tuve la suerte de visitarla. Tenían razón, era tan bella y majestuosa como la habían documentado, visitado, retratado y admirado miles y miles de personas. 

Había algo como atrapado de una época de un México de oro en algunos paisajes, arquitectura y modo de vivir la estancia de la vacación. Se sentía ya una especie de ruina reciente del apenas revisado episodio de esplendor mexicano en el que se recibían en el puerto, artistas hollywoodenses, aristocracia europea, oligarquía mexicana y políticos que empezaban a construir mansiones con el patrimonio de los ciudadanos. 

Claro, estos últimos todos con un gusto muy particular y como sintiéndose parte de lo refinado que terminó siendo al día de hoy grotesco y vil. Pero como quiera que fuera, ahí estaba Acapulco, con sus tremendos contrastes, con su acento particular y con la gentileza de un pueblo acostumbrado desde sus raíces a recibir turistas de todos los lugares del mundo y de todas las clases sociales.

La madrugada del 25 de octubre cambió (creo que para siempre) la historia de Acapulco. El huracán “Otis” devastó sin distinción de clases sociales al puerto y comunidades cercanas a él, y a diez días de la tragedia ocurrida hizo evidente la falta de coordinación, prevención y nula comunicación, no digamos organización de los tres órdenes de gobierno ante un desastre natural. 

Ante lo ocurrido, nos queda revisar la poca eficacia con la que las autoridades municipales, estatales y federales encararon un desastre que si bien no se podía evitar, bien se podrían haber tomado medidas distintas en pro de todos sus habitantes y turistas. 

La prioridad, por supuesto, no solo para los guerrerenses sino para todos nosotros, es la de apoyar y asistir en la medida en la que podamos hacerlo a los damnificados; y por último, pero para mí muy importante, exigir a todos los gobiernos que no insistan en resolver las crisis sociales, medioambientales y políticas por medio de las redes sociales.

La reacción de las autoridades ante el huracán que devastó Acapulco, es sólo una muestra de lo que pasa en el país. Acuérdate de Acapulco, María bonita, a la hora de votar.

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina

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