Algo escribí al respecto la semana pasada, pero la sensación al final fue que me quedé corta. La realidad del Poder Legislativo en Jalisco, la LXII Legislatura, es en verdad preocupante. Se ha convertido en un accesorio del Ejecutivo, es decir, de facto, perdió su calidad de poder, es una especie de aditamento que el gobernador usa a conveniencia. La luz de alarma es color rojo brillante y con cada mala decisión, aumenta la intensidad. Lo escribí y lo repito: qué triste papel de tapete del gobernador. Tapete, alfombra y bandeja de plata (¿se le ofrece algo más, señor gobernador?).Lamentablemente no son figuraciones mías. Los hechos se han venido sucediendo desde el año pasado, pero con mayor claridad en las últimas semanas, peor aún, en un contexto de pandemia, donde lo que la ciudadanía quiere es salir cuanto antes y lo mejor librada posible en materia sanitaria y económica, pero resulta que aparte hay que lidiar con un Congreso del Estado que no nos representa como sociedad porque no responde a los reclamos sociales, sino a los de su jefe, una desgracia en verdad y un retroceso para registrarlo en la historia de los agravios a los jaliscienses.Desde hace siglos la Humanidad, en las grandes culturas y en las diferentes etapas de la historia universal, ha intentado mejorar sus formas de organización y de gobierno. El hito que marca el fin del Antiguo Régimen y el inicio de la Era Moderna es la Revolución Francesa, en cuyo marco, lo cual incluye los antecedentes, un tal Barón de Montesquieu en El espíritu de las leyes, mejoró lo que medio siglo antes había escrito John Locke sobre la división de poderes; y cientos de años atrás, Aristóteles. No me voy a ir tan allá pero que sirva de referencia que este es un asunto antiguo en verdad.Montesquieu planteó la separación de poderes, en el entendido de que los tres estarían jerárquicamente en el mismo nivel y entre los tres se vigilarían para que ninguno abusara del otro; en otras palabras, que el poder contuviera al poder.Es la razón de ser de tal teoría y la esencia de los regímenes democráticos, específicamente de la democracia representativa. Esto no está sucediendo en Jalisco y es, de otros tiempos y en otros países, sin duda, una de las más grandes fallas: los esquemas de representación popular.Varios ejemplos, hasta donde me alcance el espacio: la aprobación de la mayor parte de los “legisladores” incluida una diputada antes de Morena, Patricia Meza Núñez, para que el gobernador contratara una deuda por seis mil 200 millones de pesos que dizque para “enfrentar” la pandemia. Esa cantidad, de consolidarse, pasará a engrosar la deuda de Jalisco superior a 20 mil millones de pesos con los avales que el Congreso le dio el año pasado.La comparecencia que se quedó a nivel de espectáculo chafa, por la violencia de los días 4, 5 y 6 de junio en una serie de hechos que no han sido esclarecidos totalmente y las acusaciones de la sociedad civil siguen siendo de desapariciones forzadas, represión y tortura, amén de la descalificación de la demanda de justicia en el caso de Giovanni López. Salvo uno o dos legisladores, no pasó a mayores el tinglado donde se “exigirían” cuentas tanto al fiscal del Estado como al coordinador de Seguridad. Nada.La aprobación de tres consejeros (una juez y dos ciudadanos) para integrar el Consejo de la Judicatura, en un proceso más que desaseado, burdo y vil que está siendo severamente cuestionado por las universidades involucradas, que, efectivamente fueron “invitadas” y, al mismo tiempo, hechas a un lado (Universidad de Guadalajara, ITESO, Tec de Monterrey, Univa y UP) y por el propio Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción que está contemplando ya la presentación de un amparo y acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Los diputados acordaron unas reglas que luego ellos mismos violaron. El acuerdo lo publicó de inmediato el gobernador y, de un plumazo, literal, quedaron en entredicho los poderes Judicial y Legislativo como poderes separados, autónomos e independientes, justo como lo marca la Constitución del Estado Libre y Soberano de Jalisco.Y el último ejemplo, aunque no por ello menos grave, es la aprobación por la vía del fast track, de una reforma electoral que nadie pidió y que, al contrario, afecta directa y claramente a los dos partidos que están en proceso de formación y que tienen muchas posibilidades de ganar espacios al cabo de la próxima elección: Futuro (léase Pedro Kumamoto) y Hagamos (léase UdeG). La reducción del tiempo de campaña afecta, más que a nadie, a esas nuevas iniciativas, además de que, en el proceso, se desecharon sin ni siquiera revisarlas, injustificadamente, otras propuestas.No es posible que en pleno siglo XXI, luego de años de retraso y luchas de décadas por vivir en un auténtico régimen democrático, en el Estado de Jalisco el Poder Legislativo no sea más que un accesorio, una especie de secretario particular, personero, achichincle, mandadero a las órdenes del Ejecutivo.(lauracastro05@gmail.com)