Se ha terminado el oscuro año 2020, pero no la pandemia. La alteración de la vida cotidiana seguirá a lo largo de 2021. De hecho, según los expertos, los primeros meses del año que recién arranca los efectos adversos de la pandemia serán más graves debido a que aumentarán significativamente el número de personas contagiadas, hospitalizadas y, lamentablemente, fallecidas, como ya se puede ver en Estados Unidos y Gran Bretaña.Esto se debe al invierno y también a la nueva variante de SARS-CoV-2 detectada por primera vez en Gran Bretaña, la cual ha aumentado las tasas de contagio en proporciones significativas. En Gran Bretaña los contagios prácticamente se triplicaron en menos de un mes: el 13 de diciembre pasado se registraron 18 mil 500 contagios y el 4 de enero se contabilizaron 58 mil 923.Ante este difícil contexto de aumento de contagios y saturación y colapso de los sistemas de salud de la mayoría de los países, las esperanzas de controlar la pandemia a lo largo del año están depositadas en la aplicación masiva de las vacunas en el mundo. Sin embargo, las esperanzas podrían atenuarse o incluso apagarse al ver los detalles de cómo se están produciendo, distribuyendo y aplicando las vacunas. Lo más aberrante es que a pesar de que la humanidad atraviesa una de sus peores crisis sanitarias y económicas, las vacunas siguen considerándose esencialmente una mercancía que produce lucro y dejará ganancias a los dueños de patentes y laboratorios.Un primer aspecto es que la distribución de la vacuna será completamente desigual, pues los países ricos han acaparado miserablemente las vacunas. Estados Unidos ha garantizado contratos de compraventa de hasta mil 500 millones de dosis, cuando tiene una población de 328 millones de habitantes, lo que quiere decir que tiene dosis para aplicar cuatro vacunas a cada ciudadano.En el acaparamiento de vacunas también participa la Unión Europea, que ha firmado contratos para comprar dos mil millones de dosis de vacunas cuando la población de los países que la componen es de 446 millones. El acaparamiento está proyectando un escenario de preocupante desigualdad de aplicación de las vacunas en el mundo para tratar de proteger a sus poblaciones: los países del primer mundo podrían asegurar la aplicación de las dosis de inmunizantes a lo largo de este año, pero dejaría a los países pobres con vacunas hasta el año 2024, según un artículo de Peter S. Goodman en el New York Times (Mural, 25 diciembre 2020). Ante este escenario desigual del reparto de vacunas, un grupo de países, entre los que destacan la India y Sudáfrica, ha pedido a los laboratorios y a la Organización Mundial de Comercio (OMC) que renuncie a la propiedad intelectual de las vacunas, para permitir a los países más pobres fabricar sus propias dosis a precios más accesibles. Pero lamentablemente la lógica del lucro y la ganancia se impuso y con el veto de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, se rechazó esta propuesta ante la OMC (New York Times, 17 diciembre 2020: https://nyti.ms/392Hz7m). De modo que la posible esperanza de acotar y empezar a controlar la pandemia de coronavirus mediante el reparto igualitario y asequible de las vacunas no será posible. Es lamentable que en medio de una de las crisis sanitarias más duras que han afectado a la humanidad, se impongan los afanes de lucro y ganancia por encima de cuidar y proteger la vida. Es el capitalismo mostrando su cara más nefasta y codiciosa.rubenmartinmartin@gmail.com