Quito, la capital de Ecuador, es una de las ciudades del continente americano con menos violencia. De acuerdo con la Policía Nacional, durante el año pasado se registraron 257 muertes violentas, lo que significa que -en promedio- cada 35 horas se comete un delito doloso, mientras que en México -por hacer solo una comparación- se reportan 83 asesinatos por día. Sin embargo, el lunes pasado Ecuador se convulsionó, obligando al presidente Daniel Noboa a declarar el estado de excepción en todo el país por la violencia del crimen organizado, que provocó la muerte de por lo menos ocho personas el martes, disturbios en seis cárceles y la fuga de reos considerados de alta peligrosidad. El decreto de 60 días impone un toque de queda a nivel nacional y obliga a que el ejército patrulle las calles y se haga cargo de la vigilancia en las cárceles.La reacción del presidente López Obrador -quien se encontraba en Acapulco- a la violencia ecuatoriana fue de “solidaridad, nuestro apoyo al pueblo de Ecuador...y desde luego que reprobamos estas actitudes vandálicas, la violencia. Nosotros no estamos de acuerdo con eso. Nosotros apoyamos al gobierno y el pueblo de Ecuador en esta situación que yo espero que sea transitoria y que se restablezca la paz en el hermano de Ecuador, que mantiene a ciertas zonas del país en una delicada situación de seguridad”. Por su parte, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado donde también se condena “enérgicamente los actos de violencia perpetrados por grupos de delincuencia organizada y expresamos solidaridad...”, mientras que la Canciller Alicia Bárcena dijo que estaban “atentos a la delicada situación” de la nación sudamericana.Ayer, en este mismo espacio de reflexión -hablando de otro tema-, hacíamos referencia las últimas masacres cometidas en México, como los nueve cadáveres encontrados junto a un ducto de Pemex en San Juan del Río, Querétaro, de los 20 muertos en un enfrentamiento entre grupos delincuenciales en Chiapas y de los 13 fallecidos en un palenque de Guerrero, cuando sujetos llegaron y dispararon indiscriminadamente. Además, hablábamos de que hasta el martes se habían llegado a 176,232 homicidios dolosos en lo que va del sexenio, y que de continuar con el promedio de víctimas de 83 por día, al final de la administración de López Obrador se habrá superado con facilidad más de 200 mil víctimas. Y yo me pregunto, sobre estas últimas tragedias en nuestro terruño ¿cuando el presidente habló de “solidaridad y apoyo al pueblo...” de México? ¿Cuando reprobó “esas actitudes vandálicas, la violencia”? ¿Cuando dijo que esperaba que los sangrientos hechos en nuestro país fueran “transitorios”? o ¿que lo que estamos viviendo significaba “una delicada situación de seguridad”?. Ahora bien, ¿cuando la Canciller o la Secretaria de Relaciones Exteriores -hablando de la violencia que se vive en México-, ha hecho referencia -como lo hizo con Ecuador- ¿que se condene “enérgicamente los actos de violencia perpetrados por grupos de la delincuencia organizada”? ¿Cuando se ha expresado públicamente “solidaridad” con las familias de víctimas de la violencia o con el pueblo mexicano? o ¿cuando se ha dicho que están “atentos a la delicada situación” que tenemos?. NUNCA.No cabe duda que el Presidente y la Canciller profesan como reza el refrán popular, “Candil de la calle, oscuridad de su casa”.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguezdaniel.rodriguez@dbhub.net
