Martes, 21 de Enero 2025

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AMLO: triunfalismo infundado

Por: Rubén Martín

AMLO: triunfalismo infundado

AMLO: triunfalismo infundado

Con aprobación mayoritaria en las encuestas de popularidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) presentó ayer su Segundo Informe de Gobierno en un tono y listado de cifras optimistas, aunque la terca realidad mexicana reniega de ese paisaje triunfalista que pintó el mandatario. 

En menos de 50 minutos ante unos 120 invitados en el patio principal de Palacio Nacional, López Obrador leyó un texto en el que se dibuja una realidad en la que ya se eliminó la corrupción de arriba, en la que se domó la pandemia, se fortaleció el peso y el precio del petróleo mexicano, aumentó la llegada de remesas y se reforzó la confianza de los inversionistas.

Según el presidente, el gobierno de la Cuarta Transformación ha enfrentando la doble crisis, sanitaria y económica, de una forma heterodoxa en la que se ha apostado por la entrega directa de recursos a la población más pobre y vulnerable a pesar de los llamados a endeudarse para entregar apoyos a las grandes empresas.

Como cabía esperar, López Obrador destacó la lucha contra la corrupción y afirmó que “nuestro gobierno no será recordado por corrupto”. Como ejemplo de ello sostuvo que en lo que va de la 4T “se han ahorrado 560 mil millones de pesos gracias al combate a la corrupción y por la austeridad en la administración”. Como parte de estas acciones recordó la recuperación de 401 hospitales y clínicas de salud que gobiernos anteriores habían dejado abandonadas. 

Y a pesar de que los efectos de la pandemia (con 606 mil contagiados y 65 mil fallecidos) y la crisis económica no están ni de lejos de ser contenidos, López Obrador pintó un panorama de recuperación y optimismo:  “No es para presumir, pero en el peor momento contamos con el mejor gobierno. Estamos enfrentando dos crisis al mismo tiempo. La sanitaria y la económica y vamos saliendo adelante”. 

A pesar de las débiles afirmaciones sobre práctica recuperación de la economía y control de la pandemia, todavía una proporción mayoritaria de los encuestados respalda las acciones del gobierno que encabeza López Obrador. La encuesta de Reforma reporta 56 por ciento de niveles de aprobación, en tanto la de El País reportó 65 por ciento de aceptación presidencial y el mismo presidente sostiene que sus estudios propios indican hasta 70 por ciento de respaldo.  

A pesar de los datos de las encuestas sobre la popularidad del presidente, hay afirmaciones del Segundo Informe de Gobierno que no se sostienen en la realidad. Es hasta chocante que pinte un país casi pacificado: “Ahora hay justicia para el pobre y en materia de seguridad ya no manda la delincuencia organizada, como era antes. Ya no hay torturas, desapariciones ni masacres; se respetan los derechos humanos y se castiga al culpable sea quien sea. Ya no hay en el gobierno federal funcionarios como García Luna”. 

Aunque sabemos que habla del aparato federal, de sobra es conocido que las distintas organizaciones dedicadas al capitalismo ilegal siguen con el control de incontables policías municipales y policías estatales. Y es más chocante que diga que ya no hay torturas, desapariciones y masacres, cuando se acaba de confirmar una ejecución extrajudicial el pasado 3 de julio en Nuevo Laredo, de un civil privado de la libertad por parte de soldados del ejército mexicano y cuando las desapariciones siguen creciendo como una epidemia. Y cuando hay detenidos que pierden la vida a manos de policías que los tenían en custodia. 

Otro de los recursos narrativos insostenibles del informe del jefe de la 4T es el que pinta un país encaminado hacia la justicia y oportunidades para los más necesitados. A pesar de su voluntad de gobernar para los más pobres, sus políticas de libre mercado siempre favorecerán a los más ricos y a los propietarios del capital. 

Como dijo uno de los economistas más críticos, José Luis Calva (UNAM) el gobierno de la 4T sigue “apegado al Consenso de Washington, dicta estricta disciplina fiscal, es decir, evitar desequilibrios con recortes al gasto público, mantenimiento del sistema financiero liberalizado y orientación de la economía hacia las exportaciones (T-MEC)”.  En resumen, el presidente narró un país optimista que la terca realidad mexicana se niega en reconocer.

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