El jueves pasado, el Presidente de la República recibió a los diputados de Morena en Palacio Nacional, con motivo del término del periodo ordinario de sesiones del Congreso.No era la primera ocasión que lo hace ni tampoco será la última.El Presidente no ha tenido empacho alguno en dar un tratamiento completamente diferente a los diputados y senadores de su partido respecto a los opositores, con los que simplemente no dialoga.Ni siquiera busca dar la apariencia de que actúa como Jefe de Estado y no le importa aparecer abiertamente como cabeza real de su movimiento.En dicha reunión, sin que viniera al caso les dijo a los legisladores que iba a hacer una encuesta rápida, una consulta como las que le gusta hacer, a mano alzada.Y preguntó: “Díganme si sí o no, ¿verdad que tenemos un buen secretario de Gobernación?”.Obviamente, lo acompañó en la reunión el titular de Gobernación, Adán Augusto López.La respuesta a la pregunta formulada por AMLO fue una ovación cerrada con vítores y aplausos.Obviamente López Obrador sabía que eso se iba a producir y que el gesto se iba a interpretar como un claro espaldarazo a favor de Adán Augusto.El viernes pasado, el propio Presidente, se hizo el ingenuo y señaló que no era un “destape” del secretario. Y que podía decir lo mismo de Claudia Sheinbaum y de Marcelo Ebrard.El efecto ya se había conseguido. Nadie duda que el secretario de Gobernación esté en la carrera por la candidatura de Morena a la presidencia.Desde que fue nombrado, además de convertirse en el principal operador político del Presidente, se volvió un prospecto más a la candidatura presidencial, lo que consolidó la semana pasada.Por lo pronto AMLO tiene tres cartas. Y hay un cuarto aspirante, que tratará de imponerse al margen de la intención presidencial: Ricardo Monreal.Marcelo Ebrard sería el candidato sólo si López Obrador no tiene más remedio que respaldarlo al no contar con otra opción viable.Claudia Sheinbaum sería la abanderada de Morena si resiste las adversidades derivadas de gobernar la Ciudad de México y muestra las habilidades políticas necesarias para competir y ganar.No lo tiene sencillo pues está en la posición de mayor desgaste.Hoy, quizás, el más cercano al corazón y al interés del Presidente sea el secretario de Gobernación, pero las encuestas deberán mostrar que tiene posibilidades de ganar, pues entre los tres es el menos conocido.Como sea, AMLO ya tiene tres cartas fuertes, mientras que la oposición ni siquiera asoma la cabeza por miedo a que cualquiera que manifieste interés serio por contender sea objeto de ataques en los que se use todo el aparato de Estado.El problema es que, si la oposición no empieza ya a tomar más riesgos, incluso a costa de exponerse más a los ataques del poder, y no empieza a actuar de modo proactivo rumbo a la elección presidencial, le puede dar una ventaja a Morena, que luego ya no pueda remontar.Por lo pronto AMLO tiene tres cartas. Y hay un cuarto aspirante, que tratará de imponerse al margen de la intención presidencial: Ricardo Monreal