Jueves, 27 de Junio 2024

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AMLO: los cachorros del león

Por: Jorge O. Navarro

AMLO: los cachorros del león

AMLO: los cachorros del león

Justo cuando retoman la actividad en las cámaras de Diputados y Senadores, y están en la agenda de la 4T dos temas centrales para el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) este año: la revocación de mandato y la reforma eléctrica, cae como tormenta en Palacio Nacional el trabajo periodístico que revela a José Ramón López Beltrán como un acaudalado texano, que vive totalmente ajeno a la austeridad que el presidente de México proclama todos los días desde Palacio Nacional en sus mañaneras.

El tema ha sido motivo de una clásica disputa en las redes sociales. Las acusaciones de corrupción no tienen, hasta ahora, sustento ninguno. Pero la contradicción entre la vida del hijo mayor y la narrativa presidencial es una bofetada que deja su marca.

Cuestionado sobre el tema, el presidente López Obrador reviró señalando a Carlos Loret, periodista, a quien acusó de todo, visiblemente molesto. Pero en la defensa de su hijo mayor, aseguró que ninguno de sus familiares toma decisiones en su gobierno. “No somos iguales”, dijo con subrayada lentitud.

¿Quién se lo puede creer?

Un punto de partida para poner orden en la discusión: la revelación no es obra de un solo individuo. Es resultado de una investigación periodística en la que participó un equipo completo que indagó acuciosamente hasta dar con la información de las propiedades que ha disfrutado José Ramón López, aunque estén a nombre de su esposa Carolyn Adams. Tan es investigación, que el matrimonio se mudó de la mansión en que residían primero, al enterarse de que se estaban solicitando datos que en los Estados Unidos pueden ser públicos: la propiedad.

Así es como se detalla en el trabajo que también es obra de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que la primera mansión en la que residió la familia López Adams fue proporcionada por una empresa petrolera que tiene contratos con Petróleos Mexicanos, en la que trabajan tanto la nueva del presidente como el padre de ésta.

El punto oscuro en la historia es si hay o no conflicto de interés o tráfico de influencias.

Evidentemente esa información no será proporcionada por la oficina de la Presidencia, ni tampoco surgirá en un informe de la dirección de Pemex o de la Secretaría de la Función Pública. Quedará desconocida, a menos que otra investigación o revelación la saquen a la luz.

Lo que es innegable es la contradicción entre los postulados del presidente y el comportamiento de al menos dos de sus hijos, pues además del caso de José Ramón y su vida acomodada (que no ilegal, vale subrayarlo), también está el hecho de las aparentes ventajas (documentadas antes) que ha obtenido Andrés Manuel López Beltrán como propietario de una empresa fabricante de chocolate, que curiosamente creció rápidamente justo este sexenio.

Los antecedentes de familiares presidenciales enriqueciéndose son añejos: para muestra no tan lejana en el tiempo, están los hijos de Carlos Salinas de Gortari y los de Ernesto Zedillo, hoy venidos a empresarios pudientes; ¿qué decir de los hijos de Martha Sahagún, los hermanos Bribiesca, bendecidos por la presidencia de Vicente Fox? En el caso de Felipe Calderón, si bien sus hijos eran niños aún, era conocida su predilección por el delfín Juan Camilio Mouriño, hasta que el destino terminó con su vida.

“No somos iguales”, recalca el presidente. Lo que falta es transparencia en la información para acabar con especulaciones.

Son cachorros de león.

jonasn80@gmail.com / @JonasJAL

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