En días recientes, el Presidente López Obrador publicó el decreto en el que se declara prioritaria para el desarrollo nacional, la prestación del servicio público de transporte ferroviario de pasajeros. Su intención es que se vuelva a dar servicio de trenes de pasajeros a través de los concesionarios actuales, y en el caso que se negaran, entonces el Gobierno se haría cargo a través, una vez más, ¡de los militares!Antes de abordar este tema permítanme compartir una anécdota que ilustra como los trenes mexicanos solían funcionar. En una reunión de muy alto nivel sobre la situación de Ferrocarriles Nacionales de México un asistente me pidió que compartiera un chiste sobre el tren regiomontano que solía tardar quince horas en llegar de la Ciudad de México a Monterrey: En una ocasión, a medianoche el tren se detiene. Los pasajeros, nerviosos, preguntan si es un asalto. El conductor, con tono serio, les revela que no, que el problema era una vaca que decidió tomar una siesta en los rieles. Les hizo saber que ya estaban moviendo la vaca y que en unos minutos el tren reanudaría el viaje. Todos tranquilos regresaron sus asientos. Tres horas más tarde el tren vuelve a detenerse. Los pasajeros incrédulos, preguntan si es otra vaca. ¡No! Contesta el conductor, es la misma vaca que habían movido anteriormente. Esta anécdota, a modo de chiste, pinta un retrato claro de la eficiencia del servicio de trenes de pasajeros en esos tiempos. Regresando ahora al decreto, la viabilidad y la disposición de los concesionarios de trenes de carga a asumir el desafío de proporcionar servicios de pasajeros, son muy bajas, o más bien nulas. Históricamente, los servicios de ferrocarril de pasajeros han sido deficitarios en todo el mundo, y México no ha sido la excepción. Incluso en Estados Unidos, donde Amtrak, el servicio nacional de trenes de pasajeros, requiere más de mil millones de dólares en subsidios anuales para mantenerse a flote.El desafío es transformar una operación optimizada para la eficiencia logística de carga en un sistema que lidiará con las demandas y costos de los pasajeros. Además, AMLO ya dictaminó que los boletos serán más baratos que los autobuses. Por ejemplo, en Estados Unidos, ir en tren de Washington a Nueva York cuesta el doble que en autobús, y aún con precios elevados el servicio de ferrocarril de pasajeros es deficitario.Considerando este contexto sería conveniente la implementación de un plan piloto antes de una expansión de gran escala, como la menciona el decreto. Este plan piloto que propongo sería la rehabilitación del mítico Trenecito de Chapultepec. Sería fácil de poner en marcha, pues ya existen las vías. Este tren, con su encanto pintoresco, solía transportar hasta mil pasajeros al día y siempre llegaba a tiempo. Este plan piloto proporcionaría una oportunidad única y valiosa a los militares para aprender de la experiencia práctica, ajustar estrategias según sea necesario y construir una base sólida para futuras expansiones. Este enfoque gradual mitigaría riesgos y aseguraría una transición más suave hacia la provisión exitosa de servicios de ferrocarril de pasajeros en México. Además, sería muy positivo para los niños a los que daría un alto nivel de bienestar. Aunque pueda parecer una broma, la realidad es que una propuesta de revitalizar el transporte ferroviario de pasajeros en México, aunque atractiva, requiere un análisis económico riguroso. Es fundamental considerar las repercusiones financieras a largo plazo de estos proyectos, especialmente en un contexto donde la hacienda pública ya enfrenta desafíos significativos para los próximos años. La factura de estos mega proyectos, con posibles motivaciones electorales, la pagarán los ciudadanos durante años. Esta película ya la habíamos visto con anterioridad por las decisiones que tomó en su momento el presidente Luis Echeverría. También conocemos el desenlace.