Una y otra vez el presidente de la República ha expresado su admiración por Benito Juárez. Tanto así, que equipara a su movimiento –soberbiamente autodenominado “Cuarta Transformación”– con los pasos del héroe nacional. Sin embargo, si Benito Juárez reviviese en estos tiempos no sentiría identificación alguna con López Obrador, porque sus políticas públicas son en extremo opuestas. Y un botón de muestra poco comentado, pero en extremo importante, es el papel que cada uno le dio a las Fuerzas Armadas en la vida pública nacional.Cuando hablamos de los grandes rivales de Juárez, pensamos en dos: la Iglesia y los franceses. Sin embargo, hubo un tercer enemigo: el Ejército. El Ejército mexicano de aquel entonces representaba un bastión de privilegios, como la Iglesia católica. Se regía bajo sus propias reglas y gozaba de fuero, de la misma manera que la Iglesia se regía por el derecho canónico y resultaba intocable. Benito Juárez y la generación liberal se vieron en la necesidad de levantar sus propias Fuerzas Armadas para combatir a las ya establecidas, y las leyes de Reformas tuvieron como propósito terminar con “el Estado dentro del Estado” que representaba el Ejército.Ningún demócrata aboga por el activo papel de las Fuerzas Armadas en la vida pública. Sin embargo, muchos autócratas lo hacen. Los casos extremos son los regímenes totalitarios comunistas y fascistas, donde los militares jugaron un papel fundamental en la vida del Estado. Lo anterior lo podemos ver actualmente en países como Cuba, donde militares en activo son también servidores públicos, además de empresarios: alrededor del 60% de la economía cubana, y el 80% del sector turístico, lo controlan militares (fuente: Deutsche Welle). Algo muy parecido sucede también en Venezuela, Irán y Myanmar, todos regímenes autoritarios. No obstante, en las democracias liberales las Fuerzas Armadas tienen un estricto rol militar, dejando la política a los políticos y los negocios a los empresarios.Si algo ha distinguido al lópezobradorismo es la militarización de la vida pública nacional. El pretexto es la disfuncionalidad burocrática, pero es solo eso, un pretexto, ya que muchos cuadros burocráticos profesionales están siendo despedidos, no se ha impulsado el Servicio Profesional de Carrera (SPC) y hay un importante proceso de destrucción institucional. La sesión paralela realizada por la bancada Morenista en el Senado es prueba fiel de lo anterior: como bien comenta el analista político Ricardo Raphael, de las 20 iniciativas aprobadas al vapor, un tercio de ellas tuvieron como fin otorgarle a la Secretaría de la Defensa nacional (SEDENA) más voz en el gobierno: más empresas turísticas, más responsabilidades públicas, más control político.La historia es clara: los Estados primitivos autocráticos ponen a la milicia en el centro, mientras que los Estados modernos democráticos los ponen en su lugar. López Obrador no es ningún Benito Juárez porque, mientras que el presidente les entrega mayor poder a los militares, el héroe nacional hizo actos heroicos para quitárselos.@FernandoNGEfnge1@hotmail.com