Las imágenes que hemos visto del maltrato y uso excesivo de la fuerza contra migrantes retenidos en Chiapas y que pretenden viajar a la frontera norte de México para cruzar a Estados Unidos, son una vergüenza nacional, además de representar una grave violación a los derechos de miles de personas retenidas contra su voluntad en Tapachula.Madres separadas de sus hijos, un haitiano pateado en el suelo por dos agentes del Instituto Nacional de Migración, operativo de detenciones al grito de “Ora sí, pu..., valieron ver...”, o expresiones racistas como “pinches oscuros” contra seres humanos que simplemente quieren una vida mejor, son escenas indignantes.Es deleznable el trato que el gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador está dando a miles de migrantes que se encuentran retenidos contra su voluntad en Tapachula, Chiapas que en razón de esta política represiva migratoria se ha convertido en una “ciudad cárcel”, como bien la definió el periodista Alberto Pradilla del portal Animal Político.De él es también la expresión de que se está llevando a cabo una “cacería de migrantes” en Chiapas, tanto por agentes migratorios, como por elementos de la Guardia Nacional que no se enfrentan al crimen organizado, pero sí golpean a insultan a migrantes que dejados desnudos, no son sino seres humanos en situación de pobreza o contexto de violencia en sus lugares de origen por lo que legítimamente se ven obligados a migrar de su país a otro.Es una cacería de seres humanos pobres que debería avergonzar a todo gobierno y más a uno que se dice progresista, que quiere transformar el país, y que se interesa por los pobres y el prójimo. Esta declaración de principios es una mentira, una simulación en el trato que se está dando a los migrantes.Y es una falacia lo que ha dicho el presidente desde las mañaneras de que los operativos de contención son por el bien de los mismos migrantes. Dice que son para cuidar sus derechos humanos y que las detenciones son “para cuidarlos”, pues si se les deja cruzar el país se exponen a “muchos riesgos”.El riesgo ya lo tienen en sus lugares de donde partieron y el riesgo lo están teniendo ahora mismo en Tapachula, la “ciudad cárcel” donde ahora están retenidos contra su voluntad.En este momento hay en Tapachula unas 40 mil personas “atrapadas por el fracaso del sistema de asilo”, según denunció el lunes la organización Médicos Sin Fronteras y añadió que estas comunidades tanto en el norte como en el sur están expuestas a “condiciones de hacinamiento y falta de acceso a servicios médicos y sociales”, según reporte de la agencia Efe. Los migrantes retenidos y asilados en Tapachula provienen de países en condiciones vulnerables como Haití, Venezuela, Cuba, y la habitual migración centroamericana de naciones como Honduras y Guatemala. La mayoría pretende cruzar México para llegar a la frontera norte y solicitar asilo en Estados Unidos, y con ello intentar lograr el sueño de rehacer sus vidas con ingresos estables que les permitan cuidar a sus familias. Pero Estados Unidos no los quiere dentro de su nación mientras se desahogan las solicitudes de asilo.Por eso desde el gobierno de Donald Trump, amenazó o convenció al gobierno mexicano de retenerlos en México o deportarlos al sur, que es lo que está haciendo migración: regresando a Guatemala a muchos detenidos. Con esta política migratoria represiva y violatoria de los derechos de las personas en tránsito el gobierno de la Cuarta Transformación se está convirtiendo en la policía migratoria de Estados Unidos. López Obrador le está haciendo el trabajo sucio a Joe Biden y es una vergüenza que debe ser denunciada. Y se debe exigir que cesen los maltratos a estas familias, a estos seres humanos que a veces caminan descalzos porque no tienen para comprar zapatos. Son seres humanos que tienen el derecho de buscar una vida mejor para ellos. Es repudiable que mientras las políticas neoliberales de los pasados 30 años se empeñan en firmar tratados de libre comercio que abren las fronteras a los capitales y a las mercancías, los gobiernos levantan muros de concreto o de soldados y policías para prohibir el libre cruce de las personas. En esta cacería inmoral y repudiable de seres humanos pobres. Ningún ser humano es ilegal.