No sé si Francisco Javier García Cabeza de Vaca es culpable o inocente. Lo digo con toda claridad: escribo desde la duda. Podríamos argumentar que basta ver lo que sucede en Tamaulipas, la impunidad con la que se mueve el narcotráfico, para tener sospechas de que, del gobernador para abajo, hay absoluta complicidad de las autoridades. Pero lo mismo podemos decir del otro lado: basta ver el comportamiento sectario del presidente López Obrador, del fiscal Gertz Manero y del jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, que usan el poder para proteger a sus cuates y perseguir a sus enemigos, para sospechar que todo es un montaje, que son capaces de incluso armar un caso con fines políticos en tiempos electorales.Aceptando que cuando se trata de justicia en México todo es posible, éste puede ser un punto de quiebre en la persecución al crimen organizado. Llevamos años, dese los noventa, persiguiendo y festejando la captura de capos sin que nada cambie. Cada líder de cartel o de pandilla apresado nos lo venden como el principio del fin de la violencia y, por el contrario, esa política sólo ha generado un incremento de los homicidios particularmente en los sexenios de Calderón y Peña Nieto. Lo que permanece intocado e intocable desde hace 30 años es la estructura política que sustenta al crimen organizado. Si la Fiscalía General de la República logra probar que el gobernador tamaulipeco protegía y recibía recursos del narcotráfico, estaremos ante un verdadero cambio de estrategia en la procuración de justicia.No obstante, el protagonismo y la omnipresencia del presidente López Obrador hacen que, otra vez, la justicia se enturbie en la palestra política. “El procedimiento que se está siguiendo en el caso de esta persona tiene una ventaja muy grande, que es su claridad. Nosotros lo estamos presentando ante el Congreso con todas las pruebas para ver si existe la procesabilidad correspondiente”, dijo el fiscal Gertz Manero. Bravo. Casi le creemos, y digo casi, pero lo dijo en la mañanera, en el espacio desde donde el presidente acusa y señala todos los días a sus enemigos políticos, dejando en claro, una vez más, que la Fiscalía no tiene independencia y autonomía.Lo que suceda en este caso marcará el resto del sexenio en materia de crimen organizado. Si la Fiscalía logra probar el vínculo entre el gobernador y un cartel, independientemente del uso político, estaremos ante una nueva etapa de la procuración justicia en este país: la caza de las cabezas políticas del narco y no sólo las operativas. Si el caso se cae, con él se va la credibilidad, la poca que queda, del fiscal Gertz Manero.diego.petersen@informador.com.mx