Si Jalisco fuera otra cosa sería otra cosa y tendríamos y gozaríamos y sufriríamos otras cosas. El bicentenario del Estado es lo que es y en él, con él, somos lo que somos, hacemos lo que hacemos y asimismo dejamos de hacer. Pero, ese chauvinismo que impone una diferenciación obligatoria ¿nos llevaría a apropiarnos de igual manera, en exclusividad, de lo negativo que está asentado en el Jalisco actual? O expresado brutalmente, la lista de malo, así como de lo bueno, ¿se explica porque Jalisco es Jalisco? La violencia desatada, el miedo que no cesa, la desconfianza acechante, las y los desaparecidos; la metrópoli monstruosa, sus ríos entubados, los arroyos pavimentados, los bosques bajo asedio, el agua a cuentagotas; la vida en cierta paz nomás puertas adentro de la casa de cada cual, lo común como enunciado vacío de experiencia, la historia reducida a curiosidad, el futuro mero juego para ver quién lo describe más ajeno al presente; la desigualdad, seña de identidad… En el rotar azaroso de la moneda puede suceder que de cuando en cuando la otra cara quede visible: mujeres y hombres de alcance nacional, mundial: poetas, novelistas, músicos, artistas plásticos, arquitectos, académicos, científicos, educadores, moneros, editores, periodistas; y paisajes impresionantes, gente estupenda; la emoción popular que Jalisco concita incluso más allá de sus límites de mapa escolar: tequila, comida, futbol; una economía potente, tierras y campesinos y ganaderos y granjeros para alimentar al país y más allá, también para como pocos trabajar fuera de México; personajes históricos con ideales que moldearon la República; una fe guerrera; su capital encantadora, irresistible, y un orgullo intenso por ser de Jalisco o de perdida por estar en él, matizado por una humildad provinciana, a veces consciente (no hay empacho en reconocerse número dos, luego de la Ciudad de México) o inconsciente (dejar el terruño para prosperar, en lo que sea).Conmemoramos 200 años de que un grupo de esclarecidos decidió que una de las secuelas deseadas de que la Nueva España se independizara de la “madre patria” debería ser la creación de una República federal de la que Jalisco sería, y fue, el primer Estado. Riqueza cultural y económica única de la Nueva Galicia que acumulaba trescientos años de formación y Prisciliano Sánchez y compañía discurrieron que tendría que mantenerse y a la vez aportar a la esencia de lo que sería un país magnífico. En 1826, el capitán de la Marina Real inglesa, George Francis Lyon, recorrió, ocho meses, el México nuevecito y pasó, a finales de agosto y principios de septiembre de aquel año, por Jalisco. Entró por Bolaños (en marzo había desembarcado en Tampico). Cuenta María Luisa Herrera Casasús, traductora y prologuista del libro, que si bien el valor histórico del diario no es alto, en cambio es rico porque habla de las poblaciones, de costumbres, de sentimientos, y el autor se deja maravillar por mucho de lo que ve, a pesar de sus naturales prejuicios. Jalisco, si nos atenemos a la fiesta estatal del viernes 16 de junio anterior, cumplía entonces tres años y algunos meses de vida política. Escribe el capitán Lyon: “Guadalajara*, siendo en sí misma un Estado libre y soberano, ha redactado sus propias leyes; escasamente una de ellas se sigue con exactitud, aunque los funcionarios se jactan un poco de su código penal y del juicio por medio de jurado.” Con perspicacia habrán notado el asterisco luego de “Guadalajara”, en el libro editado por el FCE lleva a una nota del autor: “*Llamada también Xalisco o Jalisco.”Luego de salir de Bolaños (que lo dejó asombrado) llegó a San Cristóbal; pasó debajo de tormentas de las de por acá y llevaba de pasajero al miedo a los bandidos que pululaban. Ya instalado en San Cristóbal, cuenta el capitán: “El alcalde, quien deseaba ir a Guadalajara, me propuso entonces acompañarme, tan pronto pudiera reunir por la mañana una fuerza igual a la mía, por si era posible prender a algunos de estos bribones, a quienes odiaba profundamente.” Al alcalde ya lo habían robado; esa vez lo desnudaron y amarraron, junto con otros. Mientras los preparativos, sigue Lyon: “Pasé el día, igual que la tarde anterior, siendo observado e interrogado, y fui tratado con una especie de equidad magisterial por el alcalde, quien había estado jactándose en voz alta frente a mí, aun a la vista de estas incursiones de raterías, de la justicia y excelencia de las leyes de Jalisco.”Ya en la Perla de Occidente, el inglés refiere: “Cuando visité Guadalajara, la ciudad se encontraba en un estado de febril excitación, lo que daba razón para temer algún cambio peligroso en los asuntos públicos. El espíritu partidista bajo diversas formas se llevaba con extremado encono. Los iturbidistas, centralistas, federalistas y otras facciones, manifestaban sus sentimientos respectivos en numerosas publicaciones anónimas, pregonadas en todos los portales y calles; panfletos insultantes contra el gobernador y sus empleados públicos; otros en su defensa; folletos que denunciaban las grandes imposiciones de los frailes, o bien que los apoyaban en sus absurdas pretensiones (…) A todo esto se sumaban los asesinatos y robos que se cometían frecuentemente, sin ningún temor o castigo mayor de unos pocos días de prisión.” ¿Cuánto tiempo toma a los sueños de las mujeres y hombres adelantados a su época, materializarse? Lancemos la moneda al aire y que la suerte decida cuál cara de la moneda nos pone frente a cuáles señas jaliscienses de identidad: aspiración realizada o pesadilla incesante. Desde que escribo esto en libertad y conocedor de lo que en Jalisco sus habitantes aportan cotidianamente a todos los rubros que destacan positivamente al Estado, sería políticamente oportunista decir, o siquiera insinuar, que todo está perdido; igual de pernicioso resultaría festinar sólo lo bueno y más que unos pocos se atribuyan el mérito. Una cosa me atrevo a asegurar: de doscientas veces que lancemos la metafórica moneda al aire, ciento cincuenta caerá a favor de lo magnífico que Jalisco sí es.agustino20@gmail.com