El próximo lunes Atlas celebrará el aniversario número 68 del único título que ha ganado hasta ahora, un campeonato que obtuvo derrotando al Guadalajara en una época en la que la ciudad, el futbol y los medios de comunicación eran muy distintos respecto a los de la actualidad, aunque la rivalidad entre rojinegros y rojiblancos ya tenía la intensidad que conserva hasta el día de hoy.En 1951 Atlas y Chivas eran anunciados en las páginas de este diario como enemigos “eternos” e “irreconciliables”. “Cuando se trata de impedir que los del Paradero consigan el campeonato de Liga, el Guadalajara se vuelve un Tigre”, anticipaba un cronista.Más que unos “Tigres”, el Guadalajara ya era Chivas, un equipo que tenía como símbolo ese animal tozudo y terco, y usaba esas características para frustrar a sus rivales. Atlas había estado muy cerca de alcanzar el título un año antes, en 1950, pero no lo logró porque esas condenadas Chivas brinconas los derrotaron, con lo que el campeonato quedó en manos del Veracruz.Cuando llegó el domingo 22 de abril, el Parque de Oblatos respiraba y vociferaba como una cosa viva. Las gradas estaban llenas, las aficiones cantaban porras a sus equipos. En la cancha, los jugadores no se daban tregua ni siquiera al disputar los balones que rodaban por las zonas menos comprometidas del campo. Novello, jugador argentino de Atlas, discutía hasta con el público. Comenzaba a perfilarse un empate cuando el árbitro “Cuate” Salceda se convirtió en el protagonista del partido.A 10 minutos del inicio de la segunda parte, “Raffles” Orozco, de Chivas, tocó un balón con el hombro al intentar despejar de cabeza y Salceda marcó un penalti que Edwin Cubero convirtió en el único gol del partido, un gol para la posteridad. Al final del encuentro, la afición despidió a Salceda con una salva de botellas y cojines. Al día siguiente, ni siquiera los periodistas lograban ponerse de acuerdo sobre el desempeño del árbitro. Algunos elogiaban sus “pantalones”; otros calificaban el penalti de una “gran injusticia”. Lo importante es que Atlas era campeón y su triunfo era también un triunfo del futbol de Jalisco, que hasta entonces no había podido conseguir un título de la “Liga Mayor”.Por otra parte, la decisión de Salceda (justa o equivocada) tuvo consecuencias más serias que un título de Liga. En el estadio se encontraba Ángel Bolumar Montadas, catalán de origen y uno de los últimos extranjeros de la historia del Guadalajara. Es probable que Bolumar, que también llegó a ser directivo de Chivas, asistió al estadio con la idea de ver a su equipo negarle el campeonato a los rojinegros, pero la decisión del árbitro lo irritó tanto que sufrió un ataque al corazón que le costó la vida ese mismo día.En medio de los festejos por su campeonato, Atlas encontró el tiempo y la elegancia para publicar una esquela en la que se unía a la pena de la familia Bolumar y reconocía a Don Ángel como un “antiguo pionero del futbol jalisciense”, demostrando que entre Atlas y Chivas la rivalidad, por más intensa que sea, se queda en la cancha, así haya un campeonato de por medio.