La serie de explosiones en el drenaje que iniciaron a las 10:05 de la mañana de aquel miércoles negro de semana de pascua, el 22 de abril de 1992, y que volaron 13 kilómetros de calles del Sector Reforma, fue como el fin del mundo para los que no sobrevivieron a la tragedia y llenaron de luto y dolor a sus familiares a los que tocó sufrir el calvario de la reconstrucción, muchos de ellos, con lesiones irreversibles.Para los que no murieron, esa enorme cicatriz que quedó en el rostro de la ciudad es el recuerdo permanente de una pesadilla que no acaba para los más de mil heridos y los más de 15 mil ancianos, niños, mujeres y hombres que perdieron a algún ser querido, que se quedaron sin casa, sin negocio, sin nada. Muchos de ellos recordarán hoy, como cada año, aquel infierno que devoró su barrio.Las cifras oficiales registraron 209 víctimas mortales, pero entre los vecinos se hablaba de muchos más. De familias completas que quedaron sepultadas en los escombros sin que quedara alguno de los suyos que los reclamara.Fueron aquellos instantes infaustos en los que se cumplió la amenaza que anunciaban los vapores que escapaban desde un día antes de las alcantarillas y que llenaban de olores a hidrocarburos las casas como lo denunciaron los vecinos. Pese a que funcionarios estatales, municipales y personal de Pemex midieron y constataron el 21 de abril los altos grados de explosividad en los drenajes de la zona, nunca ordenaron un desalojo, agravando con esa negligencia criminal la peor tragedia colectiva de la historia de Guadalajara.El siniestro que pasó hace 30 años se engendró en la corrupción que se manifestó con la presencia de los millones de litros de gasolina en el drenaje de la ciudad que provenían de la planta La Nogalera de Pemex. Fue, sin duda, el primer descomunal asomo de lo que ahora conocemos como el huachicoleo o robo de gasolina que se daba en el interior de la paraestatal y que enriqueció a muchos funcionarios. La gasolina estaba ahí almacenada para venderla en el mercado negro, pero algo pasó, que tuvieron que deshacerse de ella arrojándola al drenaje. Por eso fue ofensiva la explicación de la PGR que aseguraba que las enormes cantidades de hidrocarburos entraron al drenaje por un pequeño orificio que causó la corrosión de una tubería.Los causantes de toda aquella estela de muerte y destrucción nunca antes vista, y que costó mucho del dinero de todos, siempre quedaron impunes. Hubo presos que más bien fueron chivos expiatorios, pero con los verdaderos responsables nunca se llegó. Ni siquiera la alternancia política en Jalisco que detonaron las explosiones por la irritación social que provocaron contra los gobiernos priistas de entonces sirvió para que los nuevos gobernantes panistas, que usaron como bandera política este lamentable suceso, buscarán la verdad e hicieran justicia. Como comunidad tenemos esa deuda para poder conjurar que una tragedia así se repita.jbarrera4r@gmail.com