Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Por: Laura Castro Golarte

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Ya son muchos años de lucha y, la verdad, aunque no puedo decir que no se ha avanzado, los logros son lentos, pocos, se han ido dando con cuentagotas, se regatean o se autorizan como concesiones graciosas, como si nos hicieran el favor. Y las resistencias e inercias son poderosas. Y pasa que, ante el más mínimo avance, llueven reclamos, burlas, desdén o reconocimientos disfrazados.

Arrastramos como humanidad usos y costumbres, en todas las culturas, en mayor o menor medida, que sí dejan en desventaja a las mujeres, la minimizan, la segregan, la nulifican, la agreden. Es una realidad. Y están las desventajas, pero también las violencias motivadas por todo y por nada, por apreciaciones y percepciones que nacen de lo más profundo de las herencias patriarcales que aún se resisten a que el orden de las cosas cambie, de una vez y para siempre.

Es claro que no ha sido fácil, ni lo será lo que falta, pero ojalá el avance acelerara la marcha porque, en el ínter, los feminicidios, las violencias de todo tipo, los retrasos y la discriminación, no cesan. En muchos casos, al contrario, se recrudecen. Lamentablemente el ejemplo más cercano es el incremento en la violencia contra las mujeres en los hogares, durante este año y medio de confinamiento intermitente en el mundo por la pandemia.

Los mecanismos para el adelanto de las mujeres, los marcos legales tendientes a defender y proteger a las mujeres, a mejorar las condiciones laborales, de estudio, de vida, de desarrollo, de interrelaciones familiares, profesionales y sociales, son desiguales con marcadas diferencias entre un país y otro, pero no se puede claudicar ni bajar la guardia; al contrario, hay que imprimir velocidad.

En el contexto de la pandemia las mujeres han desempeñado un papel fundamental en todos los ámbitos y podría ser la ocasión para que el reconocimiento se dé sin resistencias en una acción fundamental y necesaria para emprender un nuevo camino juntos todos los seres humanos, un camino armonioso y productivo, benéfico para unas y otros, especialmente para la niñez, porque crecerán bajo otros códigos y nacerán nuevas costumbres, donde la equidad sea natural, tan natural y normal que ni siquiera será necesario nombrarla o pedirla o pelear por ella.

Con todo y lo que se puede cuestionar de la ONU y sus filiales, para el 8 de Marzo de este año me llamó particularmente la atención el tema que eligieron porque realmente refleja que se logró detectar, con una gran sensibilidad, justo el papel de las mujeres en el contexto de la pandemia: “Mujeres líderes: por un futuro igualitario en el mundo de la COVID-19”.

Durante la emergencia sanitaria han quedado en evidencia los liderazgos femeninos en el manejo de la pandemia, por ejemplo, hablando de estadistas y mujeres gobernantes; pero también en lo cotidiano, en el día día; en el lento y complejo proceso de adaptación a las circunstancias para combinar los cuidados y el encierro, con la lucha por la vida, el trabajo, la familia, la escuela y las actividades de los hijos, la protección de los abuelos, el desempeño de funciones dobles y triples en el trabajo y/o en el hogar. Incluso, y de manera muy relevante, en la contribución a las dinámicas económicas por todos los productos, básicos y no que consumimos las mujeres y que mantienen en pie a negocios de todos los tamaños, pero particularmente los pequeños, muy pequeños o hasta individuales.

ONU Mujeres lo reconoce: “Las mujeres líderes y las organizaciones de mujeres han demostrado sus habilidades, conocimientos y redes para liderar eficazmente los esfuerzos de respuesta y recuperación ante la COVID-19. Actualmente se acepta más que nunca que las mujeres aportan experiencias, perspectivas y habilidades diferentes y que contribuyen de manera indispensable en las decisiones políticas y leyes que funcionan mejor para todas y todos”. Es real, es lo que es, en todo el mundo. Con los recursos que han tenido a la mano y las circunstancias y entornos que las envuelven, son más los casos de éxito a la hora de enfrentar la emergencia sanitaria, que los fracasos.

Y precisamente por esas acciones que no han pasado inadvertidas, es que ONU Mujeres eligió el tema del 8 de Marzo y lo vinculó con el tema prioritario del LXV periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer: “La participación de las mujeres y la adopción de decisiones por ellas de forma plena y efectiva en la vida pública, así como la eliminación de la violencia, para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas”. ¿Qué más? 

Es claro que las capacidades, la sensibilidad, las experiencias, el sentido de cuidado y la toma de decisiones de las mujeres sustentadas en una cada vez más sólida preparación en distintos ámbitos y disciplinas, pueden aportar y contribuir ahora más que nunca, a enfrentar esta crisis y salir adelante en mejores condiciones, desde lo cotidiano y desde el gobierno. #YaEsHora.

lauracastro05@gmail.com

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