Fray Antonio Alcalde y Barriga se ha salvado de no ser castigado por la historia. Cura en la época colonial de dominación y despotismo y todo lo que ya sabemos, era blanco fácil de los liberales que, como todo el mundo, por lo menos el occidental, trataron de imponer una manera de conocer la historia con fines nacionalistas y de identidad y todo un discurso que aun cuando no nos suene tan lejano, rancio sí huele.Estoy convencida de que Alcalde se ha salvado por la magnitud de su obra. Con todo, el reconocimiento a lo que en 20 años hizo por esta ciudad y sus habitantes de entonces y de ahora, se ha omitido si se puede, tergiversado muchas veces y regateado casi siempre a lo largo de todo este tiempo.Eso sí, le ha ido mejor que a otros, otros clérigos o mexicanos que militaron del lado conservador y fueron de plano eliminados; y no faltará quien juzgue esto que escribo o trate de malinterpretarlo, no me extrañaría nada, respondemos en mucho a patrones de conducta también impuestos. A partir de lo que he aprendido al estudiar historia, puedo decir que esto no es más que una descripción de lo que ha sucedido. Por fortuna, esto ha empezado a cambiar en los últimos lustros, aunque todavía falta mucho por hacer en episodios, personajes, momentos, acciones, prejuicios.El caso es que el jueves fue un aniversario más del natalicio del fraile de la calavera y tanto el Ayuntamiento de Guadalajara como el Cabildo catedralicio convocaron a una ceremonia para que la fecha no pasara inadvertida. Se ha retomado, y con fuerza, la figura de Alcalde como un hombre ejemplar cuyo legado aún disfrutamos; la diferencia es que lo ha hecho el Gobierno con una serie de iniciativas que incluyen obras como el Paseo Alcalde; y que las acciones se han emprendido más allá de aniversarios luctuosos o de su natalicio.Lo que hizo fray Antonio Alcalde y Barriga en 20 años, los últimos de su vida larga y productiva, fue una proeza inconmensurable. Sí se le ha regateado el legado, sobre todo por cuestiones de corrección política, pero al parecer eso quedó atrás y de verdad ojalá sea un signo de que la actitud simuladora del Gobierno que nos han enseñado a repetir, ya no se practique más.Además del Antiguo Hospital Civil que lleva su nombre y funciona como tal desde el principio (este año cumplirá 225 desde su apertura en 1794) y de sus gestiones para que fuera autorizada por el rey una universidad para Guadalajara y el Real Consulado, el fraile nacido en Cigales, España, el 14 de marzo de 1701, dejó un ejemplo que de verdad, en la medida en que sea emulado por los políticos de hoy, seguirá generando beneficios.Me refiero a varias cuestiones: su visión de entrada. Tuvo un don especial para calcular la dimensión de las que podrían ser necesidades de la población, y se abocó a su atención inmediata, no sólo con órdenes y gestiones, también con recursos; en materia educativa por ejemplo, que no sobra decir que le preocupaba particularmente la instrucción de las niñas, promovió la construcción y operación de colegios pero además se ocupó de asegurar que esos colegios dispondrían de los dineros necesarios para su manutención.Prácticamente todo lo que hizo incluía los recursos necesarios para su operación. En este orden de ideas, fue un administrador de excelencia que repartió tanto como pudo, pero no sin ton ni son, sino con una idea clara tomando las decisiones correctas, a tiempo, para que en el futuro, nada faltara. Este don lo llevó a reorganizar la división territorial de la diócesis porque dada su extensión (el equivalente a la mitad de la extensión actual del territorio nacional) era imposible lograr la uniformidad de las acciones, que a todos los llegaran beneficios, decisiones, acuerdos…Hoy hay un Paseo Alcalde, una estatua fue develada en el jardín de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres y las placas de la avenida que lleva su nombre lo incluyen ahora completo, amén de otras iniciativas que tienen como propósito, reitero, que las nuevas generaciones sepan quién fue, qué hizo y cómo su ejemplo es digno de seguir.(lauracastro05@gmail.com)