Leo en carteles que anuncian espectáculos para toda la familia donde -habiendo acudido a un par- no me queda claro para quienes iban dirigidos. Tratar a los niños de básicos o simples es una falta de respeto a su sensibilidad e inteligencia pero querer convencer a los adultos de que sus hijos necesitan cosas fáciles de digerir es peor todavía.Pedro Peirano, Álvaro Díaz y Juan Manuel Egaña concibieron desde Santiago de Chile en el 2003 un show inteligente y absurdo, fresco, lleno de ironía, de humor negro y comedia sencilla cargada también de datos duros y consciencia social: 31 Minutos. El programa de tele que comprende cuatro temporadas se convirtió en banda musical y con tremendo combo han (literalmente) conquistado miles de corazones de niños de todas las edades. Los entrañables personajes que son el “crew” de un noticiero, reportean desde invasiones extraterrestres hasta encuentros sociales en un club de fans de una famosa sandía estrella de pop. Habiendo asistido a tres de los muchísimos conciertos programados la semana pasada en la ciudad, me quedo a ciegas con el de los chilenos. 31 Minutos ofreció un viaje musical con una impecable narrativa justa para niños y divertida para adultos en el que si tuviera que resumir lo que se vivió en el Teatro Diana, sería una descarga de emociones plagada de ternura. El show, con una producción impecable abraza distintas disciplinas escénicas e invita a los niños a imaginar, a pensar, a crear y a divertirse en el camino y sobre todo a reír ante la adversidad. Creo entonces que el mensaje no sólo es para ellos. Si el sueño de niños es vivir haciendo algo divertido, es esperanzador saber que el mundo del arte es el gran aliado. Que los 31 Minutos no dejen de venir a México, en este país donde de pronto parece que la adversidad del día a día nos nubla el porvenir, es alentador para nuestros niños tenerlos como aliados. Yo nunca vi televisión, porque sí, es muy fome.argeliagf@informador.com.mx @argelinapanyvina