Seamos realistas: el Torneo de Clausura ya estaba muerto. Murió de muerte natural cuando las autoridades civiles resolvieron que continuar la competencia era temerario; que los riesgos de contagio de la epidemia de coronavirus eran altos; que los precios que podrían pagarse por dicha temeridad llegarían a ser catastróficos… Ya estaba muerto cuando los dueños de equipos –o “dirigentes de clubes”, como se prefiera— cayeron gradualmente en cuenta de que, más allá de los graves riesgos sanitarios que se correrían, reanudar la competencia obligaría a incurrir en una serie de anomalías que la desnaturalizarían por completo; que jugar los partidos con los estadios vacíos, sin público, desvirtúa por completo la naturaleza del deporte como espectáculo…En esas condiciones, la decisión tomada ayer por la mayoría de los dueños de la pelota, y que casi seguramente hoy se anunciará de manera oficial, equivale, simplemente, a oficializar un hecho consumado.A firmar el acta de defunción del campeonato, para decirlo más claro.*La decisión, de lógica pura, de elemental sentido común, por frustrante que sea abortar –en la acepción de malograrse, de fracasar— una actividad que involucra a miles de actores y afecta a millones de personas, va en concordancia con lo que se decidió en otros países. En Francia, por ejemplo, se resolvió reconocer al París Saint Germain como campeón, para efectos estadísticos… a sabiendas de que ni sus dirigentes ni sus jugadores ni sus más recalcitrantes simpatizantes tendrán motivos para celebrar. La estrella correspondiente a ese campeonato de ninguna manera podrá bordarse con hilo dorado; tampoco con negro, desde luego, porque no constituye ninguna vergüenza; en todo caso, con hilo gris.En Alemania, como consta en actas, se reanudó la actividad de la Bundesliga el pasado fin de semana…, con los estadios vacíos. En Holanda y Bélgica dieron por terminados los torneos sin que se declarara un campeón. En España e Italia los clubes están en vías de reanudar los entrenamientos, sin que las autoridades –tanto civiles como deportivas— hayan dado todavía una clara señal indicativa sobre la fecha en que el balón volverá a rodar.*Se atribuye a Napoleón –aunque Perogrullo le disputa los derechos de autor— la frase de que “Lo que no puede ser, no puede ser… y, además, es imposible”. La decisión tomada en México, chocante y todo, es, por lo tanto, la más sensata.Así que…
