No; por supuesto que no se trata de instalar una hoguera en la plaza pública, y de quemar en ella a Marcelo Barovero y Alfredo Saldívar. Si muchas veces ambos cosecharon aclamaciones de los aficionados y recogieron elogios de la crítica porque su desempeño sobresaliente los convirtió en héroes de sus equipos en otras tantas batallas, y ahora se les señala por los errores que arrebataron a Monterrey y “Pumas” los boletos para la final del Torneo de Apertura, en beneficio de Cruz Azul y América, respectivamente, habrá que convenir, después de todo, en que “así es este negocio del abarrote: a veces se gana, y a veces se pierde”…*En el caso muy particular de los arqueros, Amadeo Carrizo, legendario guardameta del River Plate de mediados del siglo pasado, decía que “un portero empieza a serlo realmente después de haber recibido 200 goles… a condición -acotaba- de que no se los anoten en un solo campeonato”.Lo más fácil sería refugiarse en el lugar común: decir que “hay que dar vuelta a la página”…Sería lo más fácil, si los más recientes hubieran sido partidos como los que todos los equipos juegan cada semana; partidos en los se disputan tres puntos que al paso del tiempo pueden recuperarse… Los que se perdieron esta vez, en gran medida a consecuencia de sus desaciertos, fueron partidos de los que juegan cada seis meses sólo cuatro escogidos de entre los 18 llamados a disputar el campeonato. Los que se perdieron el pasado fin de semana fueron partidos en que la victoria que se busca, aun sin ser todavía la definitiva, tiene un significado mayor, sin punto de comparación, que tres puntos que hoy se pierden -porque a veces se pierden partidos que deberían ganarse-, y mañana o pasado pueden recuperarse -cuando se ganan partidos que deberían perderse.*Los desaciertos de Barovero ahora sirven para que se tilde de “conformista” a Diego Alonso, su técnico, supuestamente por no haber sido más audaz en el planteamiento del partido por parte del Monterrey; los de Saldívar, para endosar a David Patiño no sólo la derrota de los “Pumas”, sino el oprobio de la goleada.De ambos porteros sólo queda decir que puede reconocerse a un gran hombre porque se restablece de un fracaso… y a un hombre pequeño porque jamás se restablece de un triunfo.